Creo que amo más a mis pies que a mi cerebro. Mis descerebrados pies me han dado todos los caminos. Han dejado que germine en playas solitarias y ascienda y descienda montañas. Solo a través de mis pies el mar pudo acceder a mi corazón.
Mis pies... en la pocilla que en la bajamar cavó un niño.
Bailan. Ellos solos. Sin saber por qué. Al ritmo de ritmos que no oigo.
(Necesito, necesito...)
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