·

さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


31 enero 2009

el vaivén de las olas

Recuerdo aquella tarde y ni sé por qué. Sólo aquel vaivén de las olas, olas sucias del abra de Bilbao, que disuelven pensamientos y murmuran. Sólo murmuran.
Hace ya tiempo, sí, tanto tiempo. Y no lo sabía yo entonces pero en algún lugar de mí, él solito, algo se estaba ya escribiendo.


una y otra vez
viene y va entre las olas
su vientre blanco


Y la verdad es que ahora que lo pienso pocas cosas sé. Ni sé ahora por qué recuerdo aquello ni entonces sabía por qué la tarde gris pasaba y yo, yo allí, mirando casi sin mirar, no podía apartar la mirada de aquel pez que seguía meciéndose, sin más, en el eterno vaivén de las olas.


27 enero 2009

El pescador VII

mfl3El pescador es como el poeta. Para quien el tiempo no se mide en horas y minutos, ni siquiera se mide. Y no se mide hijo porque lo más importante de la vida no se puede medir ni en tiempo ni en dinero, porque es siempre gratis. Te regalaron la vida, la naturaleza te regala momentos mágicamente bellos como este y el amor hijo, también te lo regalarán.

Sí hijo, deja a los demás que miren los relojes. Sé como el poeta, que no le importa el tiempo ni ninguna otra cosa cuando va en pos de la belleza. Quizá tenga que esperar meses, años, o la vida entera buscando ese verso, esa palabra resplandeciente, única, que necesita para completar el mundo y a sí mismo.

El poeta es como el pescador. Lanza la caña al río proceloso de la vida con la esperanza de que la belleza se materialice y se haga visible. Porque la belleza, hijo, necesita de nuestra invocación para que se manifieste en el mundo. Está ahí, al otro lado del espejo que nos devuelve siempre la imagen de nosotros mismos y de nuestro mundo. La belleza palpita a nuestro alrededor, bajo la superficie del agua, esperando ser descubierta por la mirada adecuada y atenta, aguardando el sedal que la lleve a la superficie.

Para el poeta las palabras son más que palabras, encierran todo el misterio de la creación del mundo. Para el pescador el río es mucho más que un curso de agua, es el lugar sagrado donde llevar a cabo la comunión con la naturaleza y el rito del descubrimiento de sí mismo.

Mira las efímeras revolotear sobre el agua. Se llaman así porque tras varios años de estado larval bajo la superficie del agua, surgen al aire como adultas destinadas a vivir tan sólo un día. Como para el poeta y el pescador, el tiempo no cuenta para ellas, y la vida es más que el curso de las horas. Imagina la emoción de contemplar un único amanecer y un solo crepúsculo, de ver y hacer las cosas siempre por primera vez. Y única.

Intenta ser siempre como la efímera. Déjate maravillar por el mundo y todas sus criaturas como si lo contemplaras todo por primera vez. Llénate de gozo con cada amanecer y abandónate al hechizo de todos los atardeceres.

Siente. Siente intensamente cada momento jubiloso como si fuera el último vuelo de la efímera.
Siente. Pues cuanto más sientes más eres. Permanece siempre atento, cuando menos lo esperes surgirá el prodigio enganchado en el extremo de tu sedal. No pierdas la esperanza nunca.


06 enero 2009

Más allá de las puertas

Por qué el amor cuando lo pierdes duele tanto. Ya no tengo respuestas.
Sólo tengo la vida que he vivido.
Dos veces en la vida he podido elegir, como niño y como hombre.
El niño eligió la seguridad, el hombre elige el sufrimiento.
El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces.
Ese es el trato.

Jack camina lentamente por la campiña por un camino de tierra, entre las verdes colinas, bajo el cielo azul, y reflexiona. Así termina la película de Richard Attenborough “Tierras de Penumbra” protagonizada por Anthony Hopkins y Debra Winger.

A veces las cosas parecen hiladas por manos misteriosas, caprichosas. La noche de Reyes estaba yo zapeando y me topé con “Crónicas de Narnia”. No sé qué decir de la peli pero el primer libro de la serie lo leí hace tiempo y me gustó. Quizá esta saga de Narnia sea lo más reconocido que escribió C.S. Lewis.
Yo, sin embargo, guardo en mi memoria, a fuego (si la expresión no estuviera tan destemplada) su libro “Una pena en observación”. En él Lewis narra desde un punto de vista cristiano no sólo su pena, sino su desconcierto por la pérdida de su amor, Joy. Y su esperanza.
La película “Tierras de Penumbra” está inspirada en ese libro y en la relación de su autor con la poetisa norteamericana Helen Joy Gresham. El cuadriculado solterón y sesudo profesor de Oxford reconoce en Joy no sólo el AMOR, así, con mayúsculas, sino el verdadero sentido de su vida.
Un día, un día cualquiera, como lo son todos, a Joy le diagnostican un cáncer de huesos irreversible.

Recuerdo leer ese libro cuando apenas había perdido a mi madre un día como hoy, Reyes, y recuerdo tragar saliva y cerrar las páginas una y otra vez, y leer y cerrar y leer.

Jack - Cuando mi madre murió yo tenía tu edad. Creía que si rezaba para que mejorase y si tenía verdadera fe, se pondría mejor, que no moriría, pero murió.
Douglas - No funciona.
Jack - No funciona.
Douglas - Da igual.
Jack - Yo quería mucho a tu madre. Quizás la quería demasiado. Ella lo sabía y me decía: Vale la pena. Porque sabía lo que iba a ocurrir. ¿No es justo verdad?
Douglas - No sé por qué ha tenido que pasar esto.
Jack - Ni yo tampoco… (Silencio) Pero no puedes aferrarte a las cosas, tienes que dejarlas ir.
Douglas - Jack, ¿crees que existe el cielo?
Jack - Sí, lo creo.
Douglas - Yo no creo en el cielo.
Jack - No importa.
Douglas - Pero me gustaría volver a verla.
Jack - (Llora amargamente) A mí también.

Douglas es el hijo de Joy, de un matrimonio anterior. Y precisamente es Douglas el protagonista de la escena por la cual siempre recordaré esa película.
Él, que ha leído los libros Narnia, descubre en el desván del caserón de Lewis un viejo armario. Sin duda esperando encontrar Narnia más allá de sus puertas, tal y como se describe en el libro, se acerca cauteloso, lleno de esperanza, a esas puertas mágicas.
Uffff... Recuerdo como si fuera hoy compartir la ingenua esperanza de ese niño abriendo aquellas puertas. Yo, como él, esperaba que allí detrás apareciera una luz, unas colinas, el mar y una playa, un cielo azul y puro, como en los cuentos, como en los sueños...
Tras las puertas Douglas rebusca entre la ropa vieja pero no haya nada salvo el fondo opaco de un viejo armario.
Y yo lo sabía, lo sabía.... Sabía lo que iba a ocurrir. Sabía que esa película era así. Que la vida es así. Que en el fondo de los armarios sólo hay madera vieja. Pero...

La esperanza. No encontré esperanza en el fondo de ningún armario. Y hoy, tal día como hoy, uno cualquiera, como lo son todos, sigo teniendo que tragar saliva y cerrar, y volver a abrir, porque así son las cosas.
No la vi... no la vi... esperanza.... mi madre, mi padre... Dios, cuántas puertas abrí. Cuántos viejos ropajes cayeron de mis ojos. Desnudo caminé por el filo del precipicio, exiliado del cielo, con las manos tan vacías, tan vacías... Cuando nada funcionaba, cuando ni siquiera había preguntas porque tenía todas las respuestas.
La esperanza. Una persona puede sostenerse, ligera, sobre la esperanza o volverse loca. Frágil, como una hoja de papel bajo la lluvia, un alma puede quebrarse esperando la esperanza.
Y sin embargo Lewis la vio. Vio esa esperanza, la vivió, por eso no le importa que Douglas no crea en el cielo. Él lo ha vivido, lo ha tocado en cada uno de los días que pasó junto a Joy.


Jack - Ya no quiero estar en ningún otro sitio. Ya no espero que ocurra nada nuevo. Y tampoco tengo que esperar hasta la siguiente colina. Estoy aquí, es suficiente.
Joy - Esto es la felicidad para ti, ¿verdad?
Jack - Sí, sí.
Joy - No va a durar mucho.
Jack - No nos amarguemos el tiempo que aún podemos estar juntos.
Joy - Eso no lo amarga. Hace que sea real (se oye un trueno en la tormenta) Déjame que te lo diga antes de qu pase la lluvia y volvamos a casa. (Llueve)

En una última excursión por la campiña Joy y Jack se refugian de la lluvia en un cobertizo. Esa campiña que Jack guardaba pintada en un cuadro, como un paraíso perdido de su niñez, en su estudio. Las verdes colinas, el cielo azul.
Joy, judía de nacimiento, convertida cristiana por influencia de Jack, devuelve esperanza. El eco de una fe que vuelve desde el fondo silencioso de las montañas.

A veces las cosas, caprichosas, parecen hilarse de una manera misteriosa. Y un trueno, tan inesperado siempre, antes de que pase la lluvia, me recuerda el trato.
Y un día como hoy, uno cualquiera, único, como lo son todos, yo por fin pude recordar el paraíso bajo la lluvia. Tocar el cielo. Y volví a ver las verdes colinas, el cielo azul, el mar...
En ningún otro sitio quiero estar, sin esperar nada. Estoy aquí, es suficiente.