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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


20 abril 2023

Liébana. Peregrinos de las montañas. El Camino Lebaniego, de la mañana, a la noche.

 





Como cada año en que la festividad de Santo Toribio coincide con un domingo la Puerta del Perdón se abre dando comienzo al Año Jubilar. 

Un monasterio, Santo Toribio de Liébana, en lo alto de una montaña, cerca de los Picos de Europa, en Cantabria. Un camino que asciende y desciende las montañas. 

Se abren las puertas. Todas las puertas. De la mañana a la noche. A todo lo que acontece en el camino, a su alrededor.














16 abril 2023

Tan solo volver.


歩くほかない草の実つけてもどるほかない

aruku hoka nai kusa no mi tsukete modoru hoka nai



Tan sólo andar

Tan sólo volver con hierbas

pegadas en el cuerpo



-Taneda Santôka-



Claro. Santôka. Es necesario el espíritu que acepta la nada. Es necesario volver a casa con las pelusas de los sauces pegadas a la ropa, con el picor de las ortigas en las manos.

Es necesario tocar las hierbas altas que bordean el camino. Rozar la primavera con la punta de los dedos. Levantar la mirada a las nubes que llegan del mar. Atravesar el cielo. Es necesario el encanto del vacío.



Esta mañana parecen más altas las plantas. ¿Crecerán en la noche? En secreto. ¿Al otro lado de la mirada de la gente?

Cómo olía la noche… al heno fresco recién dejado para los caballos. Al agua demorándose entre los alisos. A algo que está por llegar, que está llegando ya.



Necesitaba saber si los pequeños peces seguían allí, en el antiguo lavadero. Esta mañana. Entre las plantas tan altas. Necesitaba su movimiento ingrávido y sus sombras en el fondo. Necesitaba su silencio, y el mío que llega después.

Una golondrina zigzaguea sobre la hierba nueva. Perfecta la redondez transparente de los dientes de león.


Necesitaba solo andar, necesitaba no pensar. Mirar tan solo. Oler. Escuchar. Camino adelante un perro que no conozco se vuelve de tanto en tano a mirarme. Las ortigas, en flor.

Qué pequeño el cangrejo en el arroyo. Qué grande la sombra que me sobrevuela de pronto. Un solo giro el del águila calzada sobre las copas de los fresnos.

Melones madurando sobre el muro de una granja. El olor ácido de las balas de heno.

Baja turbio el arroyo donde anoche vi la pareja de azulones. Medio nadaban, medio caminaban, remontando el curso de agua por las zonas menos profundas.

Bajo los giros de los tallos y las hojas un caracol suspendido, recogido, Siento un aire pequeño que no sé de dónde ha llegado….



De pronto pienso en la lluvia y en el verano. En las luciérnagas que vendrán.

De la noche a la mañana. Algo que ya no está. Algo que llega. Que crece en secreto, como las plantas. Solo eso.

Es necesario.

A la solana, le cortan el pelo a un anciano en la entrada de la casa.



Volver con todas estas cosas pegadas al cuerpo. Lo necesito. Volver contaminado por el mundo, levantar el vuelo impregnado con su polen.

Volver. Con las pelusas de los sauces y el picor de las ortigas. Con el olor del laurel pegado en las manos. Como mi padre.



Es necesario un espíritu que acepta la nada. Su transparente corazón de diente de león. Su encanto.



Antes de anochecer. Unos niños trazan caminos sobre la arena de una obra.









































12 abril 2023

Chidori. Viaje a una mañana de sol y niebla. Ocean Beach. San Francisco. CA

 





El itinerario que media entre un instante y el siguiente. De Mission Bay a Ocean Beach. De Golden Gate Park a Monte Sutro. De un haiku a su silencio. Cartografía de una mañana de sol y niebla. De niebla y sol. 

Caminando sin más. 

San Francisco. El océano. Pequeños pájaros que corren al compas de las olas. Pequeños pasos que los miran.










 

07 abril 2023

Shakuhachi. Un silencio que se hace sonido. Un sonido que se hace silencio.

 




Un viaje de ida y vuelta. La ruta que media entre el silencio y la música. Entre el principiante y el maestro. La ruta de vuelta al silencio. Al comienzo. 

Un camino entre los campos de arroz joven. Mirando los renacuajos y las nubes. Las cosas que comienzan. 

Nagasaki. Kumano Hongu-Taisha. Japón. La nieve que cae. El reflejo del sol en el agua. Principiantes de la nada. 

Los monjes komusô, de la secta zen Fuke. Caminando y tocando el shakuhachi. Tocando el shakuhachi y caminando. Eso es todo.













04 abril 2023

Cuando el agua y la piedra. Y el tiempo.



Parece que estemos en el interior de una criatura fabulosa. Algo orgánico. La piedra, fluyendo sobre sí misma, precipitándose hacia la oscuridad de la cueva.

El Castillo. La cueva prehistórica y el monte que le da nombre. Arriba. En la ladera cubierta de árboles.



Esta mañana, al despertar, no sabía dónde estaba. Soñé tan vivamente que era niño y estaba en mi casa de niño... con mis padres… Olía tan realmente a esa casa…. No recuerdo el tiempo que hacía que no olía ese olor…
Sentado en el suelo, estuve mirando las plantas del jardín. A ras de suelo. Su no-movimiento, a mis ojos. El verdor penetrando en el verdor. Después recordé la cueva. No sé por qué.

El oscuro eco, constante, de las gotas de agua filtradas de la montaña. Estalactitas, estalagmitas, formándose. Gota a gota, milenio a milenio. Los charcos en el suelo, en los que no me reflejo.



Camino al sol de la mañana. Dejándome arrastrar, un poquito, por el viento cuando sopla más fuerte. Sentir mi vida como algo que fluye, naturalmente. La extraña sensación de que otro es el que me lleva. Alguien que habla con los gatos y acaricia las flores.

Sin saber por qué.



Qué verdes son los valles aquí. Justo a la salida de la cueva. Las montañas cubiertas de nieve. El cielo. Parece como si algo aguardara.

Con todo el tiempo del mundo. Todo en el que el mundo ha sido.

El tiempo y el agua. Y la piedra.



Casi de noche, un azulón inmóvil sobre un charco del prado. Su reflejo. El canto de los sapos parteros cada vez más intenso, cada vez desde más sitios.

El tiempo y el agua. Mi vida, que fluye.

Hay algo… Algo inevitable... Como seguir con la mirada los giros de un milano en el aire. Como caminar haciendo equilibrios sobre un bordillo cuando nadie mira.

Los ciervos y los bisontes. Los caballos salvajes. El ocre rojo sobre la roca. El sonido de la oscuridad. Gota a gota, fluyendo en el interior del inmaculado corazón de la montaña.


Cuando era niño y el mundo también lo era, pensaba cosas de niño. Y olía como los niños saben oler. El mundo que se estaba construyendo entonces. El mundo que alguien dibujaba en la oscuridad. Un mundo hecho de tiempo y agua. Y piedra. Y sueños.

Sin saber cómo ni cuándo. Sin saber dónde.