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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


21 diciembre 2007

Haiku. Una entrega de premios

“Estremecimiento”, esa fue la palabra utilizada por Vicente Haya al comenzar su conferencia. Dijo que fue esa palabra la que acudió a su mente mientras venía hacia la Facultad y contemplaba los árboles despojados de hojas.

Estremecido, así se nos manifiesta el mundo. Así también el haijin. No es posible la indiferencia ante un mundo que nos asalta a cada instante con su belleza salvaje, inhumana.

No podemos acostumbrarnos a este mundo. No. Quizá sea esa la actitud del haijin: no acostumbrarse al mundo, ser testigo de su acontecer, de su formidable presencia.

Los campos manchegos se deslizaban al otro lado de la ventanilla del coche, despojados de todo relieve, de movimiento. Es cierto. La tenue línea horizontal entre cielo y tierra, allá, tan lejos, estremece. Lo pensé después. Una vez más un haijin pone palabras al sentimiento de otro haijin.

Un solo alma nos anima, somos olas de un mismo mar. Pienso.

Es curioso cómo la mente siempre imagina, la nada le espanta. Rellena huecos, pone caras, asigna personalidades… Es viernes, catorce de diciembre, en la Facultad de Derecho de Albacete conozco, o más bien re-conozco, a mis colegas haijines tantas veces tratados a través de internet. Allí está Maramín, sin su puro pero con su personalidad arrolladora, Orzas y su inesperada verborrea, Luis Carril tan afable, Frutos Soriano rebosando cordialidad y entusiasmo por el haiku, Vicente Haya, tan erudito como sencillo…

Nadie es como lo imaginamos, nunca. El mundo siempre nos sorprende.

La entrega de premios fue un acto sencillo pero emocionante. La asistencia más nutrida de lo que esperaba, para mi satisfacción y mi congoja. Hablar en público, ante un auditorio expectante, nunca ha sido algo que me seduzca.

Premios a las colecciones de haiku. Yo mismo, Orzas… desfilamos y recitamos. Aplausos. Premios a los haikus individuales. Segunda vuelta al ruedo para mí, Maramín prestando voz, y qué voz, a Enrique, Orzas… se recitan los haikus de los que no han podido estar: Rafael G. Bidó, Elías Dávila.

Aplausos. Ya pasó.

La voz de Vicente Haya transmite entusiasmo durante su conferencia, va y viene por el salón y a nadie deja indiferente. Miro de soslayo a mi amiguete soriano. No pertenece a este mundo del haiku, sólo está aquí porque el domingo tiene un examen en Toledo. Él conmigo en Albacete, yo con él en Toledo. Además de paciencia muestra su arte como improvisado reportero gráfico… Gracias Rafa. Él tampoco pierde detalle de las palabras de Vicente. No hay nada tan contagioso como las ideas, y la idea que tiene Vicente del haiku seduce, atrapa.

Turno de preguntas. Alguien: ¿es el haiku poesía? Vieja y clásica pregunta.

El haiku no es poesía, por supuesto. El haiku es un camino, haiku-do, en el que ese mundo que estremece y no deja indiferente nos transforma mientras se transforma. Un camino fuera de todo camino, donde el ego no cuenta y el haijin es puro corazón, el testigo puro y no el acontecimiento.

El haiku es poesía, por supuesto. Es la poesía que toca el verdadero corazón de las cosas y las personas, verdadera poesía que va al alma profunda que a todos nos da la vida, la vida compartida. La que habla del mundo en el que todos nos conocemos y reconocemos. La comunión de las palabras de una sóla alma, de un mismo mar...

Sí, no, lo que es, lo que no es… El haijin podría ser gallego, o japonés…

Salimos juntos al Hotel Universidad a unos pocos pasos de la facultad.

¡Oh, hay piscolabis! Canapés, pinchos, ahumados, queso (manchego of course), delicatessen, vinito, cervecitas, ¡hasta caviar y champán! Nunca diecisiete sílabas dieron para tanto…

Charlas y copas, conversaciones animadas, ambiente agradable y buena compañía. Siento que estoy con los míos. Que algo tan sutil como un haiku, ese destello en el filo de la poesía, propicie todo esto no deja de sorprenderme.

Charlo con Maramín de la presentación del libro “Tertulia de Haiku”, con Orzas de sus líos con la informática, con todos sobre haiku. Con Vicente y Frutos de la publicación del libro del concurso. De su distribución “en serio”. De los grandes haiku que se han presentado al concurso. Del haiku de Santiago Larreta, esas cuatro piedras, que a Frutos y a mí nos encantó, del bueno de Barlo y del ausente-presente Enrique, del magnífico Gio, con espléndidos haikus publicados el año pasado y con aún más espléndida forma de ser, que eso lo sé yo…

Y cómo no, de ANAKU, nuestra recién nacida asociación y la gente que la hace posible, de la gente que ilusiona a otra gente, la mejor clase de gente. Personas como Maitia, siempre presente y entusiasta, llena de proyectos y en el verdadero camino del haiku.

Tras el ágape intercambié número de móvil con Luis Carril puesto que, si era posible, Frutos y su mujer, qué maja por cierto, nos avisarían para ir a tomar algo por ahí. Al final no pudo ser.
Recuerdo cómo nos despedimos: Hasta dentro de una hora o de un año.

Una hora, un año, este instante… tan sólo es nuestro este destello del presente. Sentí un estremecimiento.