La nube se agranda tras la montaña. Un cormorán traza una curva en el aire, sobre los meandros de la ría. Brilla.
Solo un momento.
Pienso en volar, en el viento. No sé por qué de pronto siento ganas de llorar.
Algo en mí, dentro o fuera. Qué. Las montañas miniatura. Ahí.
Las montañas miniatura. Este lugar junto al meandro de la ría que surge y acaba en el mar.
Todos están aquí. Mi padre, mi madre. Indistinguibles. En el aire que acumula arena sobre las plantas costeras.
Lo pienso de pronto.
Sin pensar.
Sin más limpiar la playa, mientras camino. Tan hermosa, mi hogar. Siento que de alguna manera yo mismo me limpio. De alguna manera.
De nuevo un cormorán traza una curva sobre los meandros de la ría. Días después. Quizá sea otro. Sí, debe serlo. Otro cormorán, otro yo quien lo mira. Porque hoy no hay nubes tras la montaña, porque de pronto no siento ganas de llorar.
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