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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


Tan solo volver.


歩くほかない草の実つけてもどるほかない

aruku hoka nai kusa no mi tsukete modoru hoka nai



Tan sólo andar

Tan sólo volver con hierbas

pegadas en el cuerpo



-Taneda Santôka-



Claro. Santôka. Es necesario el espíritu que acepta la nada. Es necesario volver a casa con las pelusas de los sauces pegadas a la ropa, con el picor de las ortigas en las manos.

Es necesario tocar las hierbas altas que bordean el camino. Rozar la primavera con la punta de los dedos. Levantar la mirada a las nubes que llegan del mar. Atravesar el cielo. Es necesario el encanto del vacío.



Esta mañana parecen más altas las plantas. ¿Crecerán en la noche? En secreto. ¿Al otro lado de la mirada de la gente?

Cómo olía la noche… al heno fresco recién dejado para los caballos. Al agua demorándose entre los alisos. A algo que está por llegar, que está llegando ya.



Necesitaba saber si los pequeños peces seguían allí, en el antiguo lavadero. Esta mañana. Entre las plantas tan altas. Necesitaba su movimiento ingrávido y sus sombras en el fondo. Necesitaba su silencio, y el mío que llega después.

Una golondrina zigzaguea sobre la hierba nueva. Perfecta la redondez transparente de los dientes de león.


Necesitaba solo andar, necesitaba no pensar. Mirar tan solo. Oler. Escuchar. Camino adelante un perro que no conozco se vuelve de tanto en tano a mirarme. Las ortigas, en flor.

Qué pequeño el cangrejo en el arroyo. Qué grande la sombra que me sobrevuela de pronto. Un solo giro el del águila calzada sobre las copas de los fresnos.

Melones madurando sobre el muro de una granja. El olor ácido de las balas de heno.

Baja turbio el arroyo donde anoche vi la pareja de azulones. Medio nadaban, medio caminaban, remontando el curso de agua por las zonas menos profundas.

Bajo los giros de los tallos y las hojas un caracol suspendido, recogido, Siento un aire pequeño que no sé de dónde ha llegado….



De pronto pienso en la lluvia y en el verano. En las luciérnagas que vendrán.

De la noche a la mañana. Algo que ya no está. Algo que llega. Que crece en secreto, como las plantas. Solo eso.

Es necesario.

A la solana, le cortan el pelo a un anciano en la entrada de la casa.



Volver con todas estas cosas pegadas al cuerpo. Lo necesito. Volver contaminado por el mundo, levantar el vuelo impregnado con su polen.

Volver. Con las pelusas de los sauces y el picor de las ortigas. Con el olor del laurel pegado en las manos. Como mi padre.



Es necesario un espíritu que acepta la nada. Su transparente corazón de diente de león. Su encanto.



Antes de anochecer. Unos niños trazan caminos sobre la arena de una obra.









































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