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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


18 junio 2015

Monte Aá


Cuando salimos al campo ella lo primero que siempre me dice es "respira respira, ¿no te sientes más libre?". Ella nunca se extravía, sabe de lo bueno instintivamente. Parece construida de musgo y nube como todo esto.

Todo esto es el monte Aá. Curioso nombre sí. Será porque aparece de pronto entre las nubes, será porque tampoco tienes mucho más que decir cuando el verdor de las hayas, los robles, los acebos o la hiedra lo cubre todo. Porque el musgo amortigua toda palabra en su verdor de lluvia.

El camino asciendo cruzando ríos y arroyos, una, dos, tres, quién sabe cuántas veces....jalonado por árboles singulares, algunos con nombre propio, como las milenarias secuoyas de California, El Mellizo, El Belén... Robles centenarios ante los que solo cabe guardar silencio y hacer una reverencia. Algunos, vaciados en parte por el rayo, acogerían nuestros pequeños cuerpos con holgura y olor a lluvia.

Un arrendajo cruza el camino en silencio. Después lo vuelve a cruzar en sentido contrario. Algo dice... Los limacos apuran bocados blandos en las flores y un mirlo alborota en alguna parte, desintegrándose entre la fronda. Oscuros, inquietos, algunos renacuajos cosquillean en los bordes del pilón de una fuente, después en sus manos. El canto de una curruca se deshilacha entre los líquenes que cuelgan de las ramas. Las flores callan, sostienen gotas de lluvia que brillan sin más.

En un recodo del camino comemos el bocata sobre una piedra entre chaparrón y chaparrón. El sirimiri apenas se percibe bajo el dosel vivo de los árboles. Una oruga casi fosforescente se mueve tan lentamente que no se mueve. Su quietud es verde y luminosa. Alimenta.

A veces sol, a veces lluvia. A veces el pájaro y su trino, a veces silencio y nuestros pasos. Los árboles son sustituidos por brezos y el sendero se embarra bajo las grandes rocas de la cresta de la montaña. Abajo, el valle cubierto de bosque absorbe jirones de nube. La ladera contraria luce verde al sol de la tarde. En la altura de un collado un potrillo pace junto a su madre a la luz difusa de un sol que no se ve. De pronto desaparecen junto al prado y la montaña.

La cumbre es niebla. Solo eso. Las nubes llegan del noroeste y cruzan la vertiente atravesándonos. Envueltos en ella reímos y respiramos. Qué hondo el ligero peso de las nubes. Qué blanco el sabor de la libertad.

Poco a poco la niebla desciende por el brezal de la ladera, hacia el lugar donde comienza a cantar un grillo.



de vuelta a casa,
apoyadas junto al puente
dos varas de avellano


















































 




4 comentarios:

  1. De mano de tus palabras, todo es, se ve, se oye, se siente distinto.
    Un silencio dice, un canto se deshilacha, un movimiento está quieto…El bosque absorbe una nube y se deja engullir por la niebla.

    Y aquí estamos, siendo testigos del todo, de la vida… del canto que a veces surge del lugar donde comienza la tormenta y otras veces hacia allí va Emoticono wink

    Qué maravilla recorrer un lugar de tu mano...

    Un haiku que resume el peregrinar de dos seres empapados de naturaleza -^-

    Cómo agradecer, señor, el regalo que nos brindas en esta vida nuestra...

    Un abrazo apretadito

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    1. Muchísimas gracias Mirta. Siempre tan generosa. No hay nada que agradecer. Que existáis. Que estéis ahí. Eso sí que es un regalo.

      Otro abrazo apretadín :)

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  2. Parece un bosque encantado, las fotos son maravillosas, cuanta belleza en tus palabras, en el haiku en ese monte....faltan los duendes.... o tal vez te los has encontrado....
    saludos

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    1. Muchas gracias Karin. Pues como diría alguno... haberlo haylos.... jeje

      Besines

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