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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


11 marzo 2015

Kanran-tei, Matsushima



  Me acosté sin componer poesía pero no pude dormir. Recordé el poema chino sobre Matsushima que Sodo me regaló al abandonar mi choza. También Anteki Hara me había dedicado un tanka con el mismo tema. Abrí mi alforja e hice de esos dos poemas los compañeros de mi insomnio. Había también los haiku de Sampu y Dakushi.


Es extraño no saber quién eres cuando te reconoces en todas las cosas. Matsushima. Si una palabra llenó todas mis horas durante un tiempo, de sueño y sueños, esa fue Matsushima, “las islas de los pinos”. 


Es extraño recordar a Bashô recordando. Aquí, donde él mismo se acostó sin componer nada, como yo. Hoy, más de cuatrocientos años después, él es mi compañero de insomnio…


Él y Takano sensei, y el señor Sato, y Hasekura y toda su samurái amabilidad…. Y Matsushima…  y todas estas cosas.



No puedo dormir. A cada vuelta en mi futon noto el aroma del tatami que cubre el suelo. No resisto la tentación de extender un poco el brazo y rozar su tersura con mis dedos. Frío y suave. Recuerdo la kaza-hana, la nieve ligera como pétalos de flores que arrastra el viento del invierno, que caía cuando llegamos este mediodía a Matsushima.  Me recuerdo a mí mismo almorzando en la posada donde se hospedó Bashô la noche que pasó aquí, después de visitar Ojima. Pobre Bashô, con ganas de visitar a los eremitas que habitaban allí y detenido en seco por la luz de la luna. 




   Regresé a la playa y me hospedé en su parador. Mi cuarto estaba en el segundo piso y tenía grandes ventanas. Dormir viajando entre nubes, mecido por el viento. Extraña, deliciosa sensación.


Ese parador se llama hoy Tsukimi no Yakata, la posada para contemplar la luna, y sí, desde sus ventanales se contempla la bahía de Matsushima con su infinidad de islas, formas, colores, sombras y luces, y nubes…


Dormir viajando entre nubes, mecido por el viento… Amigo Bashô... qué cosas dices… qué bien que estés aquí ahora, conmigo…. insomne, envuelto en el aroma del tatami.


Esta tarde, esta tarde… sobre otro tatami, el del Kanran-tei, el pabellón para ver las pequeñas olas, te prometo querido amigo que sentí cómo una nube se deshacía dentro de mí hasta convertirse poco a poco en fina lluvia silenciosa.


Cuántos haikus, cuántos discípulos, amigos, colegas, del maestro Takano, pasaron junto a mí, atravesaron mi alma, allí mismo, en el pabellón desde el que se contempla el suave ondular de las olas. 
 

Pero aquella ola... aquella maldita ola, amigo mío, que se llevó amigos y familiares, historias y hogares, que se llevó todas las cosas. 


Descalzo sobre ese tatami, tan frío y suave como los pétalos de nieve, escuché emocionado cada haiku que aquella buena gente de Tohoku había escrito para mí. Para mí, amigo mío, para mí… No sé qué “mí” es el mío cuando con el corazón sobre la mano, en cada haiku y en cada kanji, un ancianito te dice que tiene que vivir por sesenta. Por las sesenta personas que perdió aquella mañana… Te juro amigo mío que aquel haiku sobre mi mano era de un peso tan profundo y ligero como el blanco corazón de la nieve.


Como a ti, a mí también me hubiese gustado conocer mejor a aquellas personas, aquellas buenas personas buenas, que estuvieron allí aquella tarde para homenajear a mi “yo” más pequeño y conmovido, a mi “yo” más descalzo y transparente sobre el tatami más suave y frío junto al suave ondular de las pequeñas olas de Matsushima. Como a ti a mí también me detuvo la luna. Otra luna… 


Insomne, viajero, nube, sin saber qué decir. Extraña sensación la de no saber… 


Fue solo un momento. No sé por qué pero en un momento dado, después del acto de homenaje, me quedé solo en la sala. Quizá porque pasé rato colocando todas las tablillas con los haiku y dibujos que me habían regalado, allí frente a las magníficas pinturas murales con fondo dorado de más de cuatrocientos años. Me volví y estaba solo. Frente a mí las tazas vacías de té matcha sobre las bandejas de madera, más allá las puertas shôji abiertas al exterior, y más allá el suave, muy suave, rumor del oleaje. Mis dedos, sin saber por qué, sin resistirse a la tentación de quien se mece en el viento, rozaron despacio, muy despacio, la tersura, fría y suave, del tatami…




llegando del mar
renace de isla en isla
la luz del alba















 *Los dos párrafos en cursiva son palabras de Matsuo Bashô. Sendas de Oku en la versión de Paz y Hayashida.


* Kanran-tei "el pabellón para ver las ondas del mar" fue originalmente una casa de té en el castillo de Hideyoshi Toyotomi en Fushimi-Momoyama, cerca de Kyoto. Ofrecida como regalo a Date Masamune en el siglo XVI , la trasladó y reconstruyó en su mansión de Edo. Su hijo Tadamune, el señor feudal siguiente, ordenó que se trasladara a su actual ubicación junto al borde mismo del mar, frente a la bahía de Matsushima, insistiendo en  que ni uno de los pilares de piedra se alterarse en el proceso. Las pinturas, realizadas por Sanraku Kano, directamente sobre las paredes, están declaradas Bien Cultural Importante de Japón y aún brillan con todo su esplendor frente a la bahía de Matsushima.






14 comentarios:

  1. Las noches de insomnio dejan textos irrepetibles. Que emocionante tu experiencia, eres muy afortunado.
    saludos

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    1. Gracias Karin. Las noches de insomnio.... ya lo creo. Y sí que me siento afortunado sí...

      Abrazos

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  2. Ayyyy poeta peregrino... has llegado con tus palabras a este corazón, que no es mío...

    _/\_

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    1. Gracias tomodachi. Me alegra que digas eso. Quizá ha llegado porque salió de este otro corazón, que tampoco es mío...

      Un abrazo grande

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  3. quita el " maldita ", Felix (creo que ellos se apenarían de leerlo). Aquella ola se llevó lo concreto, pero dejó intacta su alma, su esencia... Dios, cuándo comenzaremos a acercarnos a esa forma de comprender la vida, el otro.
    Uno y otro echo nos enseña de vez en cuando y nuestro corazón se quita la modorra y tambalea…, sin cuestionar, ojalá así sea.
    A quién corresponda, (quizás tú eres ), GRACIAS por el don de tus palabras.

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    1. Gracias a ti Mirta, por tus amables palabras y por tu generosidad. Hay corazones fácilmente "tambaleantes".

      Un abrazo grande

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  4. Bella y emotiva historia de viajero. Traslada al lugar donde has ido y hace soñar.
    Es como si los que te leemos hubiéramos viajado contigo.
    Gracias por compartir tu vivencia.
    Un gran abrazo.
    Cris

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    1. Gracias Cris, por estar por aquí y por tus palabras. Estar allí, en ese lugar y en esa fecha conmemorativa, y conocer a esas personas me impactó. Me alegra mucho de que haya logrado, aún por un instante y humildemente, que vosotros también estuvieseis frente a esa bahía.

      Un abrazo grande

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  5. Muy bonita entrada.
    Saludos.

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  6. Muy bonita entrada.
    Saludos.

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    1. Gracias Manuel, bienvenido, me alegra que te guste. He estado mirando tu blog. Es estupendo. Me encantan las fotografías antiguas. Las de China me han parecido muy muy interesantes. Enhorabuena.

      Un abrazo

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  7. La verdad que no sé qué decir... Me da la sensación que cualquier cosa que diga sobra, (¡incluido lo que ya he dicho!).
    Gracias por transmitirnos tan sobrebiamente estas emociones.
    Un abrazo
    j

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  8. La verdad que no sé qué decir... Me da la sensación que cualquier cosa que diga sobra, (¡incluido lo que ya he dicho!).
    Gracias por transmitirnos tan sobrebiamente estas emociones.
    Un abrazo
    j

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    1. Cuando uno no sabe qué decir es justo el momento en que comienza el haiku. No es necesario que digas o no digas porque te entiendo :) Muchísimas gracias.

      Un abrazo grande

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