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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


27 octubre 2008

El pescador V

Escucha. Escucha ahora la prodigiosa sinfonía de la vida. Cómo tras los enérgicos compases del allegro de la mañana, se queda suspendida como en un agotado intermezzo. La naturaleza se sume en un lánguido calderón en el que el tiempo se queda remansado. Ahora sólo se escucha el metal y la cuerda de los insectos innumerables.

Porque el mediodía, hijo, es patrimonio de los insectos. Cuando todos los demás seres se retiran al silencio de las frondas umbrías, quedan ellos sólamente, los más cercanos a la tierra, ellos, la vida casi mineral.

Escucha el insistente canto de la cigarra poniendo sonido al calor. Es el más tolerante de los seres, porque has de saber que sólo el indolente absoluto es capaz de practicar la tolerancia sin límite. Habrás oído alguna vez el cuento de la cigarra y la hormiga; no debes hacer mucho caso. Es inimaginable a la indolente cigarra queriendo ser admitida en un hormiguero. En un mundo de hormigas sordas para la música la sensible cigarra, envuelta siempre en su canción, no tardaría en marchitarse como una flor en un sótano.

No. La cigarra murió de pena. Enamorada del verano y de la vida, la tristeza se abatió sobre ella al contemplar los primeros copos de nieve que tiñeron su amada pradera. Prefirió morir a vivir sin ella y sin su verano, pues creyó que la nieve no se derretiría jamás.

Ten cuidado con lo que haces y dices cuando el frío del desaliento entumezca tu corazón. Cuando tengas que tomar decisiones importantes espera siempre a que se derrita la nieve de la desdicha. Porque ten en cuenta que siempre acaba derritiéndose.

¡No! No molestes a las avispas aunque te incordien. Quizás no sepas que en el lenguaje de la naturaleza, los colores negro y amarillo juntos son señal de peligro, no tocar. Hay criaturas que caminan por la vida infundiendo temor en sus semejantes, quizá por miedo a su propia mediocridad, quizá por falta de confianza en sí mismos, o quizás por pura supervivencia como la avispa. No debes temer a los espantapájaros pues tienen el alma de paja.

Apartémonos de la orilla del río, que en el diminuto cuerpo de los mosquitos no cabe la compasión. Sí hijo, tienes razón, por mucho amor a la naturaleza que uno tenga es imposible reprimir un manotazo al mosquito que te pica. Creo que no deja de ser natural, por así decirlo. Él sabe que se juega la vida cada vez que posa su boca sobre un animal, incluidos nosotros. En este juego en el que todos participamos, a menudo sólo tenemos la oportunidad de apostar una única vez.

Ahora bien, no debes despreciar al mosquito ni a ningún otro ser por hacer lo que está en su naturaleza que debe hacer. Piensa que en esta melodía maravillosa que es la vida todas las notas tienen su lugar y su porqué, y que es imposible quitar una de ellas, aun la más insignificante, sin desvirtuar el sentido de la sinfonía completa.

Además, date cuenta y ríete si quieres, pero piensa que para cuando le das el manotazo al mosquito que te pica es ya sangre de tu sangre. Es casi como si asesinaras a un pariente cercano.

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