Senderos que se pierden en la maleza. Entre los árboles de la ribera la luz de la tarde. Junto al río, aquí era, creo…
El gran abedul con las ramas como un candelabro hebreo.
-Menorah- papá, -se llama menorah.
Enormes. Qué ramas. Yo de pie con la teckel en brazos sobre las ramas más bajas mientras mi padre hace fotos. Y mi madre ríe. Y detrás el río.
Qué curioso. Siempre que llego, vuelvo, paso, por aquí recuerdo aquella tarde y un haiku de Buson. Así, al alimón.
El sendero aquel que se deshacía entre perejil asilvestrado. Creo recordar.
Aquella risa que era como el río que está y ya no, ya no, se va. Un destello. Se pierde como la luz de la tarde sobre la corriente.
Casi sin querer, bajo las ramas del gran abedul, busco la navaja de pesca que mi padre perdió en el río aquella tarde. Aquí fue, sí.
Mi padre y yo pescábamos junto al abedul, el gran abedul, a menudo. Mañanas al alba, con el agua del río haciéndose hielo en el sedal bajo el puntal de la caña. Tardes buscando sombra, con la temporada ya entrada, charlando, callando, compartiendo mirada… dos libélulas pugnan sobre la corriente, origami, ala contra ala, nada, zigzag de la luz…
Siempre, siempre que pescábamos junto al abedul mi padre y yo buscábamos aquella navaja. Al llegar o tras el almuerzo. O justo antes de marchar, cuando ya los murciélagos rozan el agua que se oscurece.
Qué navaja… con las cachas blancas, amarillentas, y el filo así así… no valía nada. La recuerdo perfectamente, como una joya.
¿Qué hora de la tarde es esta en la que todo huele de otra manera? Aquí era. Deshechos todos los senderos. Estoy seguro.
un destello
truchas desovando
corriente abajo
La Vida es caprichosa en sus formas, como ese árbol; cómo perder una navaja, saber el sitio donde se perdió, y no ser capaz de encontrarla (de alguna manera siempre la encuentras cada vez que la buscas. Se escondió en los recuerdos del niño que todavía es, pasados tantos años). La propia existencia de la vida ¿no es puro capricho? O tal vez no; tal vez sea otra cosa...
ResponderEliminarLo que no cambia de aquel entonces que ahora es, que entonces era.
Quinientos años más no son nada en este abrazo sin forma que nos une, nos revuelve y nos lleva.
Muchas gracias por tu hermoso comentario. La existencia es caprichosa sí, y también es otra cosa. Creo...
EliminarUn abrazo grande, de quinientos años, de entonces, de ahora. De siempre.