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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


09 agosto 2019

Dientes de león en la hierba

Qué decir de Toñi. Una verdadera delicia caminar despacio, ligeros como los gatos, de haiku en haiku, por los haibun, de este maravilloso libro. Un placer haber tenido la ocasión de participar  escribiendo un prólogo para esta preciosidad. Gracias.












04 agosto 2019

días tan claros


“No dar crédito a ningún pensamiento que no haya nacido al aire libre. La carne sedentaria es el auténtico pecado contra el espíritu.”

Nietzsche


Chm aún duerme. Es mi aire libre. Nunca caminaré solo... Eso es ella. Confianza. Libertad.

Dejar de lado lo que no soy yo y caminar con la ligereza de solo lo que soy.

Ascender montañas hablando de las cuevas prehistóricas. De los caballos de Pech Marle y los leones de Chauvet. Atravesar collados en los que huele a duende. Y a veces a cabra.

Planear viajes lejanos y comidas cercanas. Ella es la sombra bajo los avellanos que surgen ente el encinar. Y los troncos lisos y oscuros del laurel que trepa sobre sí mismo buscando la luz del sol.
Sendas angostas que ascienden hasta la claridad del mar, al otro lado del bosque. Y asomarse y sentir la brisa del mar que aún no se ve.

Y ahora sí. El horizonte azul.

Cómo se resiste a que le haga fotos. Como los pájaros, esquivos en el aire, como las luciérnagas que se apagan en la oscuridad.

Bajar a la playa y caminar descalzos. Un chapuzón. La vara de avellano y el bastón junto  a las mochilas sobre la arena.

La inmensa playa no se inmuta con los turistas y su algarabía. El mar menos.

Caminamos buscando algún sitio donde comer. Qué tarde. Al final en el Custom. Qué rico cuando estás aquí.

Decidimos despacio, decidimos rápido. Decidimos fácil porque siempre estamos de acuerdo. Porque estamos juntos.

Un superbatido y helado en la Posada. Charlamos con el sol afuera.

Hay algo que brilla en la palabra que va y se recoge. Algo transparente en el silencio que la sucede.
De vuelta en la playa el cielo se nubla. Aun así la temperatura es buena. Ella nada y por momentos la pierdo de vista. Es como un pequeño eclipse. Un desasosiego pasajero que no puedo evitar.
Me gusta mirarla. Sin palabras, sin pensar. Sin mí. En total libertad, es un ser más de la naturaleza que vive y transita al margen de mí. Haciendo solo lo que la hace ser ella misma. Nadar, caminar, dormir, volar, florecer…

Salir en la noche a buscar luciérnagas. Y encontrarlas. Es un milagro. En la oscuridad del bosque. Es un milagro. Cosquillas luminosas en la palma de la mano. Sin ver nunca al insecto que la regala.
Ver solo la luz. Mientras todo a su alrededor aguarda en la oscuridad completa.

Volviendo a casa la llamada del cárabo. Luego su silencio.

Hay días…. Hay días tan profundamente claros como ella.