Demasiado perfecto para
ser pintado, imaginado, un árbol sin hojas se yergue, solitario en la colina, sobre una mancha de nieve
casi redonda, restos de la gran nevada de hace días. Sus ramas son tan
simétricas y proporcionadas que parecen dibujar vidrieras de colores con la luz
tamizada del ocaso.
Y yo pensando otra vez en
el Padre Teide. Teide san. Qué imaginación extrañamente desproporcionada y
asimétrica la mía. El paisaje corre deprisa al otro lado de la ventanilla y esa
cosa mía que a veces creo que soy yo huye en sentido contrario. Ventanas y ventanillas,
nieves y volcanes, árboles, luz.
Yo no soy Hokusai, ni el Teide
es el Fuji pero… Pero pensar solamente
en la carretera que serpentea entre los pinos, ascendiendo entre bancos de
niebla y nubes hasta atravesarlas. Pensar en llegar de pronto al sol. A su luz
cálida y transparente iluminando un mar de nubes sobre el que flotan las
montañas, las islas, el cielo. Pensar en llegar de pronto al silencio.
El olor de los pinos. Tras
una vuelta de la carretera, de pronto, el volcán.
Sentir que algo germina en
ese silencio, alguna parte de mí en la que tal vez por fin me reconocería. Pretendo
captar algo, ese algo, con fotos, con palabras, con lo que tengo a mano. Miro
mis manos, vacías, expuestas al sol que todo lo cubre.
Tiznada de ceniza
volcánica, la nieve no deja de brillar junto al arcén.
Ni sé lo que digo. Tampoco
hace falta. Así en el cielo como en la tierra, en el mar. Mares de nubes desde
un avión o ascendiendo una ladera cubierta de pinos. A ras de suelo, al pie de
un volcán.
Ventanas y ventanillas.
Qué recuerdo luminoso ahora recordar el viento agitar mi pelo, agitarlo todo en
el interior del coche y de mí mismo. La
luz cayendo desde un cielo azulísimo. El brillo de la obsidiana amontonándose
sobre otros brillos. Los ojos cerrados y el viento, y el calor de la luz.
En dirección a la cumbre,
algunas huellas se entrecruzan sobre la zahorra volcánica.
El Roque Cinchado se me
escapa porque la perspectiva no es la correcta. Lo tenía delante y no lo vía. Cuántas
veces me ha vuelto ciego y sordo la “correcta perspectiva” de las cosas. Qué difícil
acostumbrase a desacostumbrarse. Aquí diminuto frente a los restos de coladas
volcánicas y chimeneas de lava solidificada me siento de pronto fuera de
perspectiva, desenfocado e inexacto, libre.
Sobre las antiguas coladas
de lava negra algunos bequeques y pinos jóvenes.
Contemplando el Llano de
Ucanca hablamos de antiguas hogueras y leyendas. Qué fácil es imaginar aquí a
aquellos guanches irreductibles alrededor de los fuegos bajo el cielo
estrellado. Me gustaría caminar por ahí, sin nada más que caminar, un poco
errante, un poco errado, dejando huellas sobre esa arena cobriza, diminutas sombras,
que aclarará el sol de mediodía. Alzar la vista al Teide y creer, aun solo por
un instante, en Guayota, agazapado como un perro que aguarda, brillante y negro
como la obsidiana, en el corazón del volcán.
Las columnas de basalto,
perfectamente geométricas y proporcionadas son demasiado hermosas para ser
imaginadas. Pintadas o fotografiadas. Apuntando al cielo despejado se clavan en
la tierra roja sumergiendo su propia sombra en la profundidad del mundo. A partir de aquí solo la luz, y el silencio.
Al cambiar de vertiente
otras islas, otras nubes. La Montaña Roja se adentra en el mar cerca de casa.
¡Qué placer!... y todo un aprendizaje es leerte querido momiji... un abrazo grande senseiami.
ResponderEliminarmai
El placer es mío por verte por aquí. Gracias Mai.
EliminarUn abrazo grande
"Miro mis manos, vacías…"
ResponderEliminar"Ni sé lo que digo. Tampoco hace falta…"
Cuando solo basta con la contemplación y el silencio, sobran las palabras
-^- Un abrazo como esas nubes que envuelven
Gracias Mirta, un abrazo grande para ti también.
EliminarPreciosa entrada, en consonancia con la majestuosidad del Teide y su entorno
ResponderEliminarUn abrazo
Preciosa entrada, a cordero con el Teide y su entorno
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias jj. El Padre Teide es especial. Su majestuosidad brota directamente de la tierra, como él mismo, y alcanza y conmueve a todo el que ande por allí.
EliminarUn abrazo grande
-^- andas perdido por esos montes... para suerte nuestra que podemos leer despues estas maravillas que escribes.
ResponderEliminarPerdido y ni ganas dan de encontrarse la verdad :) Gracias maja por tus palabras.
EliminarBesines
Un entrada muy linda. Espero que hayas disfrutado de tu estancia por estas tierras canarias.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Leti. He disfrutado muchísimo. No solo por todo lo que la isla ofrece, que es inabarcable, sino por la calidez de su gente. Fui invitado a cuenta del haiku y solo puedo decir que me sentí como en casa. Físicamente y de corazón. Extraordinarias personas.
EliminarBesines