Y los haiku de nuestro Puente de Piedra como pequeños guijarros lanzados al estanque.
Ser solo viento. Puede asistir una vez a una clase de shakuhachi en
Nagasaki, en la casa de un reputado maestro que tenía solo un puñado de
alumnos casi tan veteranos como él. Si alguna vez he escuchado de verdad
el viento, el sereno viento del ser y su quietud, fue esa.
El viento sopla donde quiere, oyes su sonido, más ni sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que nació del espíritu.
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