Cómo estará el caballo
blanco en la niebla… ¿estará bien?...
Cuando vi por primera vez
este cortometraje de animación no supe muy bien qué pensar. Me lo recomendó
Yoko, mi amiga de Nagasaki, y como en tantas otras ocasiones parecidas lo
recomendado era tan tiernamente extraño como ella misma.
Una animación de la época
soviética de Rusia, obra de Yuriy Norshteyn. Multipremiada en certámenes de
todo el mundo, elevada a las alturas por el propio Miyazaki, para algunos el
mejor cortometraje animado de todos los tiempos… Y todo eso con una manufactura
casi casi artesanal. A años luz de los efectos digitales y alardes técnicos de
la factoría Disney o el anime japonés.
Un erizo, su amigo el
osezno, las estrellas, un búho, un perro, el viejo roble, el río… y un
misterioso caballo blanco... y la niebla, la niebla misteriosa y omnipresente.
Es extraño volver a verlo
hoy, un día espléndido de sol, en los primero pasos del otoño, cuando la niebla
no es más que retazos de nubes insinuados sobre las montañas.
Un erizo, su amigo el
osezno… que se reúnen a contar estrellas mientras comen mermelada de frambuesas
y toman té calentado con ramas de enebro.
“Yo le diré… y entonces él
me dirá…. Y yo haré… y haremos pues…” y entonces, medio oculto por la niebla,
un caballo blanco. Y allá va el erizo, temeroso y fascinado a partes iguales no
sabe muy bien a qué. Preocupado por el caballo, impelido por su curiosidad,
quién sabe.
Quién sabe por qué a veces
yo mismo me sumerjo en la niebla buscando algo hermoso y terrible que me salió
al paso de repente.
A tientas. Sin lograr ver
siquiera el extremo de nuestra propia mano. ¿Quién no se ha encontrado alguna
vez deambulando en la niebla siguiendo un algo que nos arrebató todas las
palabras y todos los planes?
En mitad de la niebla. Con
nuestra cesta de mermelada de frambuesa en la mano, temerosos de todo y de
todos.
Cuántas veces no han sido
precisamente aquellos de los que desconfiábamos quienes nos devolvieron nuestra
cesta, nuestra confianza, mientras ni siquiera nos dábamos cuenta.
Quién no ha buscado alguna
vez el corazón vacío de un viejo roble, sin atreverse a tocarlo siquiera.
¿Es la belleza sutil y
misteriosa de la existencia la que nos llama en silencio, medio oculta por la niebla?
Cómo me gustaría por un
momento abandonarme sobre el lento fluir de mi corazón y dejarme llevar, morir,
con la inocencia del agua clara, sumido
en el frescor de las riberas, contemplando las estrellas, ya de verdad
incontables, y hacerme yo mismo agua, niebla... Hasta que ese “alguien” me
pregunte “quién eres”, venga a mí y me sostenga sobre su mano.
“Gracias”
”De nada”
Ay... qué cosas…
Quién no lo sabe ¿verdad? Y
sin embargo quién sería capaz de explicarlo.
“...pues no sé, pero igual…
no sabría decir… pero como me acuerdo de aquella vez…” ¿Quién no ha tanteado la
niebla?
Amigo mío, tú qué caminaste
conmigo. Tú que como yo has cruzado el
torii del santuario, la puerta de los sentidos, al encuentro de la palabra con
lo sagrado.
Haiku, silencio, niebla o
luz.
No importa. Cuando la luz y
las cosas son una sola cosa. Está ahí. Lo está, quién no lo sabe. Basta verla
una sola vez para saberlo. Toca y calienta nuestra piel, sin miedo.
Basta una sola vez para que
ya no podamos pensar en ninguna otra cosa…
“¿No es maravilloso que
estemos juntos de nuevo?”
Decir las cosas y contar las estrellas mientras
pensamos en lo que no tiene palabra ni número.
Cuántas veces nos hemos
sentido cambiar de pronto, como el viento de otoño sobre el río. Ahora que ya
no somos como antes pero somos como siempre hemos sido todo es igual y todo es
diferente.
Todo lo que me atravesó,
como luz, hasta los huesos blanqueados por el viento. Sin pasado ni futuro. Todo
está aquí amigo mío, compañero, mientras comemos mermelada de frambuesa y
tomamos té calentado con ramas de enebro. Tú y yo lo sabemos, lo sabemos, mientras hablamos de
otras cosas…
Cuando vi por primera vez
este corto de animación no supe muy bien
qué pensar. Hoy, a plena luz, en este espléndido día de comienzos del otoño,
tampoco. Quizá la tierna extrañeza que sientes al pensar en una amiga que, al otro
lado del mundo, contempla los retazos de niebla sobre las montañas.
… el caballo blanco en la
niebla… cómo estará… ¿estará bien?...
Ilustración: Grabado de Yoko Masuyama
Muy bonito, inocente, poético y sugerente el corto que te recomendó Yoko, y lo mismo tu escrito que, aunque en esta ocasión no está acompañado de algún haiku, sabe a haibun. Un abrazo: José Luis.
ResponderEliminarCreo que hay que ver el corto varias veces y analizarlo poco a poco. Disfrutarlo poco a poco.
ResponderEliminarGracias por subirlo.
Un saludo.
Karin
Bueno, amigo, acabo de ver el corto sobre el erizo... y estoy sin palabras... Tiene mucho mensaje oculto detrás, y aún así, sin analizarlo demasiado es una auténtica maravilla!! Gracias.
ResponderEliminarAh! y el texto de la entrada, una delicia tb.
"Y también, pensó en el caballo... ¿Cómo está ella... Ahí? ¿En la niebla?"
De nuevo, gracias, por esta joyita.
Uffff, tampoco yo tengo palabras, incluso cuando se ha terminado el video he seguido en silencio, como tú, sin saber que pensar, sólo he sentido una gran serenidad... me ha emocionado ese caballo blanco, esa hoja que caía...
ResponderEliminarDarte las gracias por compartir esta belleza que llega a lo más hondo
Gracias Felix
Un gran abrazo
Gracias, Félix, por compartirlo!
ResponderEliminarA mi también me ha encantado, me ha dejado un regusto de verdad y de incertidumbre, a la vez, de entender unas cosas y de intuir otras, pero es un gusto agradable, como el de esas comidas agridulces que te saben bien.
un abrazo, amigo!
Gracias a vosotros por leer. Es un corto extraordinario. Desde luego a mí me impactó.
ResponderEliminarUn abrazo graaande
bellisimo
ResponderEliminarGracias misumau. Un abrazo
ResponderEliminargracias por las palabras, es un corto con el cual me identifico :) me sirve ahora como inspiracion, hago circo y quisiera plasmar las imagenes de este cortometraje con mi cuerpo y mis habilidades circenses.... un abrazo!!!
ResponderEliminarGracias a ti jonnathan. Cuando sea posible ver esa plasmación del cortometraje interpretado con tu cuerpo avísame por favor. Intento imaginarlo y debe ser algo maravilloso.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé si, "cuántas veces...", pero algunas veces me devolvieron la canasta de confianza, cada vez menos, eso me apena.
ResponderEliminarGracias por recuperarte cada tanto, por medio de tus palabras
Siempre presente en mi corazón, te abrazo 💞
Muchas gracias Mirta, siempre tan amable, tan generosa.Espero estar a la altura, devolver siempre esa canasta, mermelada de frambuesa, aunque a veces no sepa cómo.
EliminarUn beso
Eres de las pocas personas que sabe cómo...
EliminarUn bes🌲
🙏