Recuerdo asistir a la conmovedora interpretación de Patty Smith en la entrega de los Nobel del dos mil dieciséis. Y conmoverme.
Y después oír su explicación sobre aquella interpretación.
Y volver a conmoverme.
"No había olvidado las palabras que ahora formaban parte de mí. Sencillamente no era capaz de sacarlas fuera.
No tuve más remedio que detenerme y pedir perdón, a volver a intentarlo estando aún en ese estado y cantar con todo mi ser, pero aún trabándome.
No se me escapó que la historia de la canción empieza con las palabras –Tropecé junto a doce montañas nubladas- y termina con las líneas –Y conoceré bien mi canción antes de empezar a cantar-
Al tomar asiento sentí el humillante aguijonazo del fracaso, pero también la extraña certeza de que, de alguna manera, había entrado y verdaderamente vivido el mundo de la canción."
La humildad de aquella señora de pelo gris disculpándose delante de toda aquella gente tan elegante, en Estocolmo, mientras su espíritu, de alguna manera, caminaba sobre las laderas de montañas nubladas y tristes bosques.
Me hizo extraviar todas las palabras. De alguna manera entrar y vivir de verdad en algo... no sé...
Parte de mí. Con todo mi ser.
Una mujer joven, pelo gris, voz temblorosa, cuyo cuerpo ardía.
Un niño de ojos de ojos azules mojado por la fuerte lluvia…
¿Dónde estuviste? ¿Qué es lo que viste? ¿Con quién?
Emocionarse con la emoción de los otros.
Entrar en su mundo.
- Y lo contaré, lo hablaré, lo pensaré, lo respiraré
y lo reflejaré desde la montaña para que todas las almas puedan verlo.
Y me pararé sobre el océano hasta que empiece a hundirme,
pero me sabré mi canción antes de empezar a cantar.-
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