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さて、どちらへ行かう風がふく
bien... ¿a dónde ir...?
...el viento sopla...
さて、どちらへ行かう風がふく
bien... ¿a dónde ir...?
...el viento sopla...
26 abril 2017
katatsumuri
Llovizna, cada vez con más intensidad, el caracol no se decide a asomar los cuernecillos.
No me importaría estar aquí horas esperando pacientemente a que este caracol, qué grande es, asome su cuerpo. Aquí en el acantilado, sobre el mar grisáceo.
Esperando noticias de Ekaitz, pachuchillo otra vez. Parece que nada grave pero pero…. Ay Ekaitz... Me gustaría contarte todas estas cosas, pero bien. En bonito.
Contarte este mundo tan bello en el que quisiera estar siempre. Ese que tú haces nuevo con tus ojos nuevos. Bajo la suave lluvia, en un acantilado, esperando a que un caracol muy gordo asome sus ojos como bastones. ¿Cómo se decía caracol en japonés? Ay ay... sonaba como a juguete.
Quería contarte y se me olvidan las palabras. Las palabras hermosas. Contar sin palabras. Contar solo a través de mis ojos. De mi piel.
Porque aquí estás, en mí. En la llovizna que cae sobre la hierba y la piedra, y el mar. Sobre el caracol de nombre sin nombre que reposa en silencio.
Cómo los ratoncillos dejaron sus huellas diminutas sobre la arena, junto a las de pájaros desconocido. En la noche, en la mañana temprana. Cómo la torcaz vuela así como a impulsos, aletea y se deja caer suavemente en el aire, y aletea de nuevo, trazando una curva sobre el mar antes de posarse en el viejo eucalipto.
De cómo las vacas blancas y negras, echadas sobe la hierba, me siguen con la mirada sin dejar de rumiar, muy serias. Y detrás de mí el mar.
Comienza una llovizna que apenas se siente y un abejorro, que parecía dormitar, se mueve muy despacio hasta el envés de la hoja.
Mírame ahora. Mírame ahora y hazme nuevo entre la lluvia. Abandonado al aire fresco de esta mañana echada junto al mar. Hablando sin darme cuenta con todo esto que vive a mi alrededor. ¿Conmigo mismo? ¿Contigo?
Mira todo esto que nos llama a lo que somos. Sin palabras, sin prisa. Entre las hojas que escurren lluvia sobre otras hojas. Frente al horizonte que se difumina en el mar y la lluvia.
Siguiendo con la mirada el vuelo de los zarapitos. Apartando del sendero caracoles que aman la lluvia, como yo, como tú.
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que bonito, Felix. Mientras te leía, me sentí de repente observando a ese caracol, esperando junto a ti en ese acantilado.
ResponderEliminarsaludos
Muchas gracias Karin. No sabes cuanto me alegra que así sea. También dice mucho de ti.
EliminarUn abrazo
Precioso, Félix. Un abrazo fuerte, compañero.
ResponderEliminarGracias José Luis. Un abrazo grande también para ti.
EliminarPoesía natural floreciendo en forma de palabras...
ResponderEliminarMuchísimas gracias Jorge. Eres muy amable. Que bien verte por aquí y que te guste.
EliminarUn abrazo grande