Parecen llenas de posibilidades. Las mañanas así, con sol, viento tibio del sur, mar azul. Como esta.
A media ladera frente al mar. Miro con los prismáticos de mi padre. El Emma Bardan, el buque oceanográfico se ha perdido ya hacia el este. Por allí pesqueros, quizá la flota de Santoña, al verdel tal vez. No sé.
Con su mirada miro. En esta luz es como si estuviese. No un recuero. No. Estar. En la luz. Esta misma que contornea la sombra de mi mano sobre el cuaderno hasta casi ofender.
Una garceta se reúne con el resto de la colonia sobre el islote de la ermita abandonada. A sus pies las olas rompen sordamente.
Llena de posibilidades. Y sin embargo... La miríada de posibilidades que vuelan ahora sobre mi mente, inaccesibles a los prismáticos de mi padre, como gaviotas al sol.
De estas cosas de aquí y esta suave hierba a otras montañas y otras playas. De todas estas posibilidades a otras aquellas que ya no serán.
Todo lo que podría yo haber sido, haber dado. Lluvia en la arena.
Algo se quiebra dentro de mí en este preciso momento, aquí, sobre esta hierba que brilla al sol sobre el mar azul y los gritos de las gaviotas. En esta mañana llena de posibilidades.
En silencio. Sin batir las alas ni una sola vez, las gaviotas se adentran en el mar.
Qué poco duraron las abejas mineras, apenas un par de semanas en las que llenaban de agujeritos los taludes de de arena, y los lirios marítimos de sus zumbidos a ras de suelo. Adrenas. Ni sabía que existían hace tan solo mes.
Me tumbaría aquí, ahora, entre las flores de las que ignoro todo, hasta perder incluso yo mismo mi nombre. Nada. Hacerme nada, mera posibilitad una vez más.
Qué decir... yo quiero escribir como tú jeje
ResponderEliminarUn abrazo maestro
Un abrazo a ti, y de maestro nada. Tú escribe como tú que es lo único que merece la pena :)
ResponderEliminar