Hoy ha salido un día de sol espléndido. Yuki, sobre el sofá, parecía contemplar su propia sombra, quietísima. Parecía de verdad estar reflexionando sobre algún asunto profundo y enjundioso que pueda interesar a un gato. ¿Tal vez los colores del viento que llegaba desde las montañas ? quizá... Yo he salido a recoger mi difunto portátil. En fin.
Con él en la mochila y a mi espalda he ido a comprar. Me gusta escuchar música mientras hago la compra. La verdad es que me relaja mucho. He vuelto a casa cargado como un borrico pero contento.
Me gusta la música de todo, o casi todo, tipo pero tengo mis preferencias. Cuando he llegado a casa sonaba una pieza de Gaspar Sanz, maravillosa. Mientras organizo las cosas y la comida suelo poner la tele, las noticias. Casi por sistema. Tenía ya el dedo en el botón y de repente... ¿pero qué noticias quieres saber tú? ¿las noticias de qué mundo? ¿de verdad te interesa lo que ya sabes que te contarán?
Hoy he estado organizando la compra, la comida, al ritmo tranquilo y limpio de la música de hace 400 años, como en un transparente y diminuto cumpleaños que solo yo conozco, escuchando las noticias del mundo, las del verdadero mundo. He estado muy atento al polvoriento tacto de las patatas sacadas de la tierra, a los verdes recovecos del brócoli, laberíntico ramaje de un baobab en miniatura, al brillo terso y oscuro de la berenjena, como aquella otra que lavó la lluvia para que un monje errante llamado Santôka pudiera comer un día. Después me he quedado quieto un rato mirando mi propia sombra, intentando reflexionar sobre algo que de verdad me interesara. Y después... después me he puesto frente al ordenador a escribir a un buen amigo. Sin prisa, sin el ruido fatuo de esa clase de mundo que no me interesa.
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