a
pesar de la lluvia
el ritmo
del mazo
haciendo
mochi
Hoy
justo hace tres años tomé esta foto. Qué cosas. Por casualidad he visto la
fecha del archivo que lo chiva todo. Qué rápido el tiempo y más rápida aún mi
mente. En un flash-back instantáneo he vuelto a Nagasaki, al barrio chino, junto
a esos tipos que sonreían satisfechos mientras hacía esa foto. ¿Dónde andarán? Siempre
que miro fotos más o menos viejas en las que salen desconocidos me pregunto lo
mismo.
El
haiku no es muy allá, lo reconozco. La foto tampoco. En realidad, uno y otra,
son un alfiler. A veces tengo la tentación un poco tonta de pretender fijar
algo en mi mente, esa que va y viene a la velocidad de la luz, y del tiempo. Como
esos alfileres de colores que se clavan en los mapas para localizar lugares
visitados.
En
este caso el mapa sería mi vida. Esa cosa misteriosa. Y el alfiler de color
blanco como el mochi sería esa tarde al borde la Navidad en aquel callejón.
Hoy, aquí, tan lejos, también con lluvia, miro ese alfiler y no puedo dejar de
preguntarme ¿dónde andará? Aquel. Un niño cualquiera que buscaba
alfileres, como por casualidad, aquel ya casi tan desconocido para mí como esos tipos sonrientes que vapulean
arroz.
Hoy
justo hace tres años. Qué cosas. Qué cosas misteriosas. A pesar de la lluvia…
Nagasaki, 19-12-2010
*Los
mochi son unas bolitas de arroz dulzón y pegajoso muy típicas de la repostería
japonesa. Forman parte muy importante tanto de la decoración como de la gastronomía
tradicionales de Año Nuevo. Para hacerlos se golpea el arroz glutinoso con
un mazo de madera en un mortero muy grande mientras se va remojando con agua. A veces, alrededor de las fechas navideñas, en algunas tiendas y grandes almacenes se hace en el
exterior para regocijo de los viandantes.
Decía
lo de la decoración porque el mochi es fundamental en la composición del
kagami-mochi, literalmente “mochi del espejo”, que se forma con dos mochi, uno pequeño
sobre otro mayor, un daidai (una especie de naranja agria japonesa) con su
hojita verde, todo ello sobre un soporte. Bueno, de eso y de la rotura del “mochi
del espejo” ya hablaré otro día. Kana...
que bueno momiji. los alfileres como bien sabes, se clavan, en los recuerdos y en el corazón.
ResponderEliminarsaludos
Tiene encanto... y además ya sabes lo que me gustan los mochi...
ResponderEliminar-^-
Gracias majas, sois muy amables :)
ResponderEliminar