Mojados por la llovizna de la mañana, algunos de los gorriones que llegan a comer.
A veces, cuando me levanto por la mañana, ellos ya están ahí. Aguardando a que rellene el comedero que les pusimos hace unas semanas en el jardín.
A veces quiero creer que es por mí. Que esperan mi llegada.
Uno. Todos los gorriones. Suzume.
Sentado en zazen, entre las flores de jazmín gorriones de otros días.
Conozco ya a algunos. O eso quiero creer. Gorriones y “gorrionas”. Reconozco el garbo desenfadado de una hembra que solo apoya una pata. Fue de las primeras en llegar. La gracia de otra que esponja las plumas de la cabeza cada vez que aparece. La timidez de un macho con alguna pluma del cogote más despeinada que las demás. O la curiosidad de otro que alza la cabeza y parece mirarme fijamente, no sé por qué…
Noche sin luna, entre las semillas que tiraron los gorriones, caracoles.
Basta la ligereza del sirimiri para que aparezcan los caracoles. Aquí y allá. En todas partes, deslizándose mágicamente sobre el suelo, los muros y las plantas. Sobre los cristales. Parecen volar.
No están. Y de pronto están por todas partes.
Como la llamada tan recia, tan dulce, de los gorriones en la mañana.
En la noche y el día. De la mañana a la tarde. Hay algo que está apenas estando. Como el sirimiri. Empapando todas las cosas. Haciéndolas brillar.
Sentado aquí, en algún lugar entre la noche y el día, he pensado a menudo ser gorrión. En el día volar. Encontrar en los otros el brillo de todas las mañanas.
Dejarme ser caracol en la noche. Deslizarme en silencio. Buscando en la oscuridad la luz que la habita.
Sentado sin más, desde más allá de todo, la voz del cárabo.
Llegará el día en que sin pensar piense. En lo profundo. Que hable sin hablar.
Que sea sin más.
La humedad de las plantas. El musgo. La tierra.
Toda ella.
La pluma de un gorrión desprendida por el viento.
Este puro momento. Solo eso. Que llega a mí sin esperar nada, mientras estoy aquí sentado.
Apenas luz… con hierba de mi jardín el nido de los gorriones.
* suzume 雀 Gorrión en japonés. Al carecer los sustantivos japoneses de género y número puede significar bien gorrión o gorriones, machos o hembras.
En la noche y el día. De la mañana a la tarde. Hay algo que está apenas estando. Como el sirimiri. Empapando todas las cosas. Haciéndolas brillar.
ResponderEliminarPrecioso, Félix.
Muchas gracias. Un abrazo grande :)
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