Los primeros vencejos de la primavera. Hoy sí.
Creo que hace unos días mientras iba al trabajo vi una pareja justo después del amanecer. No sé. Quizá no. Una mañana de primavera con poca primavera. Nubes, llovizna, frío.
Esperar a los vencejos sin pensar en nada.
Como hace un año, en la primavera sin nosotros.
Creo que a veces he imaginado el mundo aquel a vista de vencejo. Las ciudades calladas, el aire hueco desde el suelo al cielo. Los chillidos de los gorriones y el silencio de los gatos.
El eco de su propia voz atravesando la luz de la mañana.
Una ciudad sin gente es como un cielo sin vencejos. ¿Esperarían también ellos de alguna manera la risa de los niños? Sin esfuerzo alguno, de aquí para allá, suspendidos del aire.
El aire… y la transparencia del aire. La patria de los vencejos y de los que esperan a los vencejos. De los que sin saber por qué a veces no piensan en nada.
En el aire… recuerdo el silencio de mi voz buscando el eco de los otros en aquella primavera sin los otros.
Creo que estos días pensé en una primavera sin vencejos.
Creo que tardaron en llegar por la lluvia. Creo que sí. Esta primavera fue la lluvia, se alargó en amaneceres fríos cubiertos de nubes.
Ellos aguardan la primavera, con mucha primavera, en algún rincón del aire. Sin prisa. Sin necesidad siquiera de batir las alas.
Hoy sí. Los primeros vencejos de la primavera. También nosotros.
Un eco en otro eco, sombras que se aguardan.
Sin nada que decir, sin esfuerzo alguno, suspendidos de la trasparencia de los días.
Viajeros del vacío, dos caminos que se encuentran en el aire.
primeros vencejos,
un gato entreabre los ojos
al sol de la mañana
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