Con quién hablo cuando no hablo con nadie. Aquí,
ahora. “Qué hormiga tan gorda”. Como a un niño. Como a un gato que te mira. Quizá.
Siento la milenrama en mi espalda mientras me apoyo
contra la roca del cantil. Me roza un poco en el brazo mientras escribo. Nada.
Quizá lo que pasa es que hablo con Ella sin darme
cuenta. Quizá con quien habla Ella cuando no habla con nadie.
No sé, pero es agradable. Natural. Ese natural,
sencillo, de las cosas que suceden sin malicia y sin temor. Sin objeto ni pretensiones.
Como el sirimiri que empieza a caer sin más, en su momento. O una pagaza que vuela y no hace
nada para seguir volando. O las hormigas, gordas o no, que en su caminar
diminuto no distinguen la roca del acantilado de mis pies descalzos.
“Uf, qué calor…” Cuando se apartan las nubes sí que
lo hace sí. “Chicharra”.
Es relajante este hablar como las olas. En un ir
venir calmo que lo refleja todo. El tranquilo ritmo de un mar en calma, una respiración
de alguien sentado en el borde la tierra. Al sol.
Quién dice, quién escucha. Murmullo del agua que
conversa consigo misma.
Cuando ese alguien habla... es tan grato escucharlo...
ResponderEliminarmai
"Hablar como las olas"... ¡Qué bonito, Felix!...
ResponderEliminarBonito escrito...
ResponderEliminarMe encanta,Felix...un placer leerte.
ResponderEliminarNo me extraña que estés tan callado. Ahora entiendo tus silencios. Eres un gran afortunado.
ResponderEliminar-^-
comparto esa maravillosa sensación, dísfrutala.
ResponderEliminarsaludos
Gracias. Sois muy muy amables.
ResponderEliminarAbrazos