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さて、どちらへ行かう風がふく

bien... ¿a dónde ir...?
...el viento
sopla...


06 mayo 2013

Por la estrecha senda del fin del mundo. En el Camino Francés




haiku haibun camino santiago
El camino hacia la tormenta es fácil. Se prolonga blanco, recto como una flecha, delante de nosotros hasta más allá de donde alcanza nuestra vista.
El camino comienza hoy, tan blanco, en esta primavera que parece otoño, a veces invierno.

Nubes, claros, claros, nubes… las cimas nevadas de la sierra brillan cuando la lluvia que se mueve sigue también su camino. A veces una alondra canta en el aire, aletea sin parar, sube, baja, baja, sube… y su canto va y viene con el viento.

Caminamos solos, ligeros a pesar de las mochilas, con la blancura de un camino por estrenar. Los grandes robles, tan quietos, con las ramas extendidas al cielo cuajadas de musgo. A veces hablamos, a veces no. Cuando el viento llega hace de nuestras palabras viento. Y parece que alguien nos sigue, o nos acompaña.

Un paso, otro. Y otro. Y las vacas tumbadas en un prado nos miran pasar sin dejar de rumiar. Reímos y hacemos como que rumiamos muy serios. Y volvemos a reír. Una pareja de patos levanta el vuelo de pronto. Trazan una curva en el aire limpio de la mañana... “¡hasta la vista, buen camino!”  Salimos del camino y nos acercamos al lugar de donde salieron. La tierra húmeda se expande bajo nuestros pies. Y brilla.

Comienza a llover. Otra vez. El chubasquero no me cubre entero. Ella ríe. Yo trajino con la capucha, la mochila… y el olor de los pinos y el espliego bajo la lluvia nos envuelve. Y una alondra sigue cantando en algún lugar mojado del cielo. Su canto… más allá del sol o la lluvia, de las nubes o los claros. Pienso en su diminuto corazón incansable. Tan puro como este olor, como esta luz que no es lluvia ni sol, invierno ni verano.

La lluvia es breve. Justo antes de que el camino se meta en un pinar un ave grande que parece una cigüeña pero no lo es sobrevuela en círculos sobre nosotros. Dos, tres veces, y se va. Qué será… “yo creo…”, “pues yo creo…” Nosotros creemos, nosotros somos. Silencio. Ahora sí solo silencio caminando ente los altos pinos. Una cierva salta entre las espesura, apenas un instante su cola blanca y desaparece. Nos detenemos. Recojo una pequeña piña para llevar a la Cruz de Hierro. No hablamos. No hay nada que decir. La nada no se dice.

De nuevo en la llanura, de nuevo la tormenta delante de nosotros. Aquí no hay nada ni nadie salvo el cielo y la tierra. No hay nada y está todo. Bajo la lluvia fina, ella come un cacho de bocadillo. Quedó de ayer. No quiere detenerse, sigue caminando. Como la alondra que canta entre la lluvia, aleteando con su salvaje corazón.

Perplejos ante el camino que nos lleva solo cabe aceptar. Contemplamos las primeras flores y el trigo joven. Contemplamos el relámpago que nos estremece y el olor a tierra mojada. Contemplamos el sonido de nuestros pasos sobre el camino y la frescura de la lluvia en los labios. Contemplamos… ¿qué? Verdaderamente… ¿qué es esto que estamos contemplando? ¿cuál es su nombre?  

Es fácil caminar hacia la tormenta. Es fácil. El camino sigue. El camino, tan blanco, se extiende hasta más allá, lejos, más lejos que el lugar en donde cantan las alondras.
Nubes, claros, claros, nubes… lluvia, sol….



sin poder evitarlo
el silencio del corazón
tras la lluvia










 Camino de Santiago, Abril - Mayo 2012



3 comentarios:

  1. Si poder evitarlo una sonrisa tras la lectura...

    :)

    Gracias Félix _/\_

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  2. Sin poder evitarlo, el silencio del corazón tras tu haibun. Un abrazo, compañero.

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  3. Hermoso, Félix.
    Las palabras de tu haiku lo condensan todo: silencio, corazón, lluvia...

    Gracias por pasar por "Hojas de Haiku" y detenerte.
    Un abrazo otoñal, amigo.

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