Espero. Grabo con mi cámara. ¿Qué? ¿el pájaro carpintero? ¿los troncos rojizos e inmensos? ¿las hojas verdes y oscuras? ¿el silencio?
Miro arriba, una y otra vez. Arriba y más arriba, hasta que las hojas verdes se hacen cielo, en un lugar más allá de mis ojos. Rodeo los troncos. Decenas de huellas, mis huellas, alrededor de un solo tronco. Inmenso. Esta catedral gigantesca… esta oración de siglos… ¿a qué dioses invocará?
Casi todos los árboles tienen las marcas de los rayos. Cuántos rayos a lo largo de siglos habrán caído aquí.
Imagino esa luz deslumbrando una y otra vez la profundidad del bosque. Esa luz. Miro el tranquilo atardecer que se esparce sobre la nieve. Inspiro profundamente el aire que huele a conífera. Un retazo de su aliento penetra mis pulmones diminutos. Sólo un instante.
Aquí, pareciera por un momento que camino entre la eternidad. Pero sólo es un espejismo. Las secuoyas gigantescas y las montañas son tan efímeras como la nieve, como mis ojos, asombrados ante ellas.
con los nudillos
respondiendo a la llamada
del picapinos
Sequoia National Park 12-2-2007
Precioso, Félix, como todos tus haibun. Un abrazo.
ResponderEliminarGuardo silencio junto a tí por oir hasta el silencio
ResponderEliminarUn relato extraordinario !!!
Gracias por compartir este silencio...
ResponderEliminarEl haiku me ha hecho sonreír, me ha encantado
Saludos
Hermoso, Félix.
ResponderEliminarGracias por compartir tan honda sensación.
...Aunque todo sea "tan efímero como la nieve..."
Un abrazo "gigantesco".
Gracias Félix... _/\_
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Sois muy muy amables. Así da gusto la verdad :)
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