Este señor tan amable trabaja ahí mismo, delante de ti, explicándote cómo él se expresa con sus pasteles y dulces que cambian con cada estación del año, al ritmo de la naturaleza. Sus manos se mueven con la soltura y precisión del artista de shodô que traza kanjis con tinta, del alfarero que modela la arcilla, qué dulce esta arcilla...
"Para contemplar el mundo y dejar hablar a tu corazón tú usas palabras en tus haiku, yo uso azúcar"
Una flor de cerezo, una flor de colza. Del rosa al verde. De delicia a delicia.
"Mientras elaboramos flores en nuestros dulces nosotros los japoneses llamamos a la primavera, para que venga pronto".
Quizá nunca haya comido dulce tan dulce, de esta clase de dulzura. Escuchando y mirando. Mientras en silencio mi corazón aguarda la primavera que ya llega.
Gracias Keiko por hacernos descubrir este lugar tan especial.
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