En el aire todavía el olor de las hogueras que llega desde la playa. En el aire... aún la música de siete siglos que glorifica el mundo.
De dónde vendrá esta simple maravilla que a todas las cosas hace brillar.
Espléndida luz que me mira cuando la miro.
Lo que hace uno cuando no hace nada...
Barquitos de papel, papeles de haiku...
En Japón todos los barcos añaden a
su nombre "maru". Literalmente significa "círculo", "perfección",
"pureza", lo que es uno y completo en sí mismo podríamos
decir. Hay varias teorías del por qué ese sufijo en los barcos. A mí la
que más me gusta es la que dice que una circunferencia, como todos
sabemos, no tiene principio ni fin… y en argot marinero, significa que
si el barco sale del puerto, siempre volverá, completando toda la
circunferencia donde quiera que vaya. Es decir, simbólicamente, vuelve a
su origen, sano y salvo. Es curioso. A veces cuando siento el
aware de un haiku tengo un poco esa sensación. La travesía se ha
completado de alguna manera. El círculo de algo que salió de mi corazón y
vuelve a él. Perfecto, puro. Algo misterioso y ligero, hecho de casi
nada, como un barquito de papel.
Yo hoy buscaba otra cosa, pero el youtube tiene estas cosas.... y me he topado con esta maravilla. Hoy, también, al fin, luce el sol, espléndido. Y he oído por primera vez este año los gritos de los vencejos rasgando el aire de la mañana.
Hace 400 años sonaba por primera vez en el mundo esta música. Y llegó a Coria del Río el samurai Hasekura Tsunenaga. Qué cosas...
A veces buscas cosas y el mundo te sorprende con otras. Quizá los vencejos llegaron días atras y yo ni me había dado cuenta. Quizá esta música ha estado embelleciendo el mundo desde siempre y yo... yo buscaba otras cosas...
Como el sol está ahí siempre, más allá de las nubes y mi extravío, haciedo brillar todas estas cosas, estas maravillosas cosas...