"Sin otra luz", un poemario de haikus dirigido por Vicente Haya
Por
José Antonio Olmedo López-Amor
La editorial LapizCero publica el que para muchos es considerado el mejor libro de haiku escrito por occidentales, "Sin otra luz", un poemario elaborado por los españoles: Félix Arce, Manuel Díez y Mercedes Pérez bajo el magisterio del maestro Vicente Haya.
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Auspiciado por Ciñe
(Círculo independiente Ñ de escritores) la editorial LápizCero ediciones
apuesta fuerte por una tríada de escritores españoles que desde hace
tiempo están más que comprometidos con el haiku. Se trata de
Félix Arce Araiz,
Manuel Díez Orzas y
Mercedes Pérez Pérez,
un grupo de haijines bien conocedores de lo que el haiku representa no
sólo para el que lo lee, sino también para aquel que intenta escribirlo.
Debo confesar que al leer el título del poemario quedé asombrado por lo
poético, ya no del título solo, sino del sugerente diseño de la
cubierta, obra de Xavier de Tusalle, sin embargo al leer el primer haiku
y comprobar que el título provenía de su primer verso me inquieté por
completo. El triunvirato de autores de
Sin otra luz profesa
la preceptiva del maestro Haya, lo cual obliga al haijin a desaparecer
de su haiku, concepto que además el propio Haya menciona en el prólogo
del libro, y es en el mismo prólogo donde Vicente se pronuncia frente a
lo arriesgado del título, ya que contiene apreciación personal, pero sin
embargo lo considera acertado ya que "el verdadero haijin es aquel que
no se deja censurar por las normas", algo en lo que los más puristas
puede que no estén de acuerdo y que sin duda es arriesgado. Y siguiendo
con lo singular del título, resulta que en mi cuaderno de notas tengo el
dato de que en el año 2011, un año antes de la publicación de este
poemario, el poeta norteamericano Juan Noyes, afincado en España,
publica el poemario
Sin otra luz y guía que
fue merecedor del premio de poesía Pedro García Cabrera 2011,
seguramente una casualidad anecdótica como las muchas que suelen
ocurrir.
No es la primera vez que estos tres autores comparten
autoría en un libro de haiku en castellano, en el año 2011 publicaron El
Camino del Viento (QVE ediciones) junto a José Luis Vicent y Giovanni
C. Jara, un libro muy recomendable.
Pero abordemos el poemario en cuestión,
Sin otra luz.
Hay que decir que los poemas se presentan sin títulos ni numeración,
sin mayúscula al principio de cada verso ni punto al final, sin
distinción de autorías, sin dedicatorias, sin citas, es decir, lo más
desnudos posible e imbricados entre sí, una concepción que sin duda lo
dota de continuidad y hermanamiento, tan sólo se entrometen en el
discurso poético cuatro ilustraciones que hacen la función separadora de
-posiblemente- cuatro bloques diferenciados por connotaciones
estacionales. Esa supresión de lo prescindible, de la pretensión, de
acercamiento al continuum de la pureza hallada en la Naturaleza es marca
de la casa de Vicente Haya, que a su vez es legado de los grandes
maestros orientales, una desnudez palpable a lo largo de 203 haikus que
proyectan sus imágenes a razón de tres por página.
Uno de los muchos aciertos de la edición de
Sin otra luz
es el coeficiente de participación de los autores que aparece en las
últimas páginas a modo de índice, algo que permite al lector identificar
en todo momento qué haiku pertenece a cada autor. Así podemos adjudicar
a
Félix Arce (Momiji) en la página 23-1 el siguiente
haiku: "niños jugando, / el viento agita el ala/de un pájaro muerto"
sabor de wabi-sabi, espíritu de shasei, un haiku de género cruel que no
deja indiferente.
Manuel Díez, que fue ganador
del IV certamen internacional de haiku Facultad de Derecho de Albacete
con su trabajo Reflejos de agua, en la página 24-1 nos regala un haiku
que algunos podrían interpretar como zappai, no hay suceso aparentemente
pero los versos son de lo más pictórico, posee haimi y aware : "cielo
blanquecino.../de las ramas cuelgan/ciruelas pasas". Esa contemplación
que nos subyuga puede empujarnos a verter la fascinación de nuestra
mirada a veces de forma convulsa, como acto reflejo, sin pensar siquiera
en lo que estamos haciendo, por eso a veces decidimos prescindir del
suceso, porque un sólo impacto visual expresado con texturas es
suficiente -como en este caso- para dejarse llevar por la escritura e
intentar inmortalizar el momento alcanzando la categoría de haiku.
Mercedes Pérez
(Kotori) que entre otros premios ha sido ganadora del 1º y 3º premio
del IV Certamen Internacional de haiku No-Michi 2011 nos ofrece por su
parte en la página 18-1 el siguiente haiku: "revuelo de pájaros.../el
sonido de la nieve/derritiéndose". La autora potencia en este caso lo
sensitivo del momento, podemos escuchar el aleteo de los pájaros
contrastado con el leve sonido de la nieve derritiéndose, un recurso muy
empleado para subrayar la capacidad telúrica de esta forma poética, el
lector imagina esa onomatopeya y cierra el poema cumpliendo una de las
reglas fundamentales, no contarlo todo en el haiku.
La variedad de
haikus que contiene el libro es espléndida, desde haikus con Kigo
(palabra estacional) a haikus sin Kigo (Mu-Kigo), haikus con
onomatopeya, con texturas palpables (haimi), jisei, centrando su
importancia en lo sagrado y haciendo uso de un Nai-Inritsu envidiable.
"Carcomidas/las hojas malva/atravesadas por la luz" en este haiku de
Félix Arce
ubicado en la página 57-3 somos partícipes de una belleza arrebatadora,
lo bello no se explica, se evidencia, nuestra mirada, a contraluz del
cielo, encuentra unas hojas malva que previamente han sido horadadas por
gusanos y a través de esos orificios la luz del Sol entra como rayo
luminoso, sin duda, Félix consigue sintetizar en sus tres versos toda
una variedad de rasgos y detalles, descritos o sugeridos, que impregnan
al conjunto de un aware muy sugerente. No por nada Félix es el actual
ganador del certamen internacional de haiku El Vuelo del Samandar de
Cuba, y además es buen conocedor de la lengua y cultura japonesa, dato
muy importante si tenemos en cuenta que de esos ingredientes proviene el
haiku.
Otro ejemplo del buen hacer de
Manuel Díez
es el haiku ubicado en la página 78-2: "hace viento.../el muro
rezuma/la lluvia de anoche". La panspermia, el caos, la reconfiguración
de las pequeñas cosas por la causalidad de una ¿casualidad? Un ejemplo
gráfico del variado número de sílabas que se utiliza en todo el libro en
general. Siguiendo las instrucciones de Haya un haiku puede serlo si
sus sílabas se encuentran entre 7 y 24 siendo 19 el número más
recomendable, y es importante saber que la creencia en occidente de que
un haiku debe tener 5/7/5 sílabas de manera radical es falsa y que el
abuso de la misma conduce a una cacofonía rítmica muy denostada entre
los japoneses por lo que es importante alternar los metros, busca el
metro roto (hachó) en busca de una armonía sonora, condición
heterométrica que en este libro se consigue completamente.
Mercedes Pérez
en la página 58-3 nos ofrece este haiku: "un haz de luz; /la espiral de
mosquitos/vuelve a formarse". En esta ocasión se cumple el 5/7/5 de la
mayoría occidental y un hecho tan cotidiano del que seríamos testigos en
cualquier día de verano es representado aquí con una simpleza y
claridad tan visual como inquietante. Mercedes es la autora que
contribuye con más haikus al libro, aunque después de leer el conjunto
poco importa eso ya que la cohesión y armonía entre los tres autores son
tan evidentes como constantes.
Hay más de un denominador común
que comparten estos autores, como por ejemplo su habitual presencia en
una de las publicaciones más emblemáticas del mundo del haiku en
español, la gaceta Hojas en la acera que coordina el valenciano Enrique
Linares. Una revista que comenzó de forma digital pero que actualmente
se distribuye también de forma impresa y sirve tanto de difusión de la
cultura y arte japoneses como de sugestivo análisis de sus formas a
través de artículos y ensayos.
Además Félix, Manuel y Mercedes
fundaron recientemente una escuela virtual para todos aquellos que
quieran iniciarse en el haiku llamada Makoto una iniciativa que fue idea
de Vicente Haya, maestro y ejemplo de estos tres escritores que poco a
poco van consagrando su vida a esta forma de vivir compartiendo su
percepción del mundo en un camino iniciático que conduce a la comunión
del ser humano con la Naturaleza al mismo tiempo que supone irse
desprendiendo del yo.
En definitiva
Sin otra luz
es -como dice Vicente Haya en el prólogo- un libro de estudio que se
diferencia de las antologías castellanas al uso tanto por su consciente y
arriesgado planteamiento como por su ejercicio de aniquilación del yo,
no sólo en la construcción de los poemas, sino en la estructura y
edición del libro. No hay firmas, biografías, títulos, ni siquiera una
pequeña fotografía de los autores. Por tanto es justo reconocer la labor
de abnegación invertida y recomendar encarecidamente su lectura, una
lectura que debe ser pausada y paladeada como los buenos vinos para
saber apreciar el haimi de cada composición y degustar los diferentes
matices que esconden estos versos. Como diría el gran Blyth, Sin otra
luz es un compendio de meras nadas inolvidablemente significativas.