El haiku es una relación entre cosas, entre criaturas, entre sucesos. Estoy convencido que los haikus que presenta Momiji en esta ocasión han surgido de ese mismo esfuerzo por saber qué se relaciona con qué en el momento en que sentimos nuestro aware. Y de esa misma paz que allí sentimos, de ese mismo estado de atención suprema a lo que ocurre y lo que no ocurre. Y le doy gracias por todo ello.
Vicente Haya
De haiku en haiku, de haibun a haibun, un tranquilo itinerario por el río, la lluvia o la montaña. Del mar a la nieve. En el Camino, en el bosque, en Japón...
Entre otros sitios se puede adquirir aquí:
La Isla de Siltolá
https://laisladesiltola.es/catalogo/haiku/recogido-en-el-agua/
Algunas librerías también en esta web:
https://www.todostuslibros.com/libros/recogido-en-el-agua
Mi agradecimiento más siencero a La Isla de Siltolá y a Javier Sánchez Menéndez, su director.
Algunas cosas que se han dicho, con mucha generosidad, sobre el libro:
...........................
El amigo
“momiji” (Félix Arce) es un haijin (escritor de haiku) del camino, peregrino
del mar y de la montaña, cercano a la lluvia y al bosque. Su delgada figura es
cuerpo de viento, “corazón de niño” y pájaro sobre el valle.
EFECTOS DE LECTURAS por Alicia Céspedes
COMENTARIOS DEL LIBRO DE FÉLIX ARCE ARAIZ, “momiji”:
RECOGIDO EN EL AGUA. Haiku y haibun
Ediciones de LA ISLA DE SILTOLÁ
HAIKU
Sevilla (España) 2018
1. POR QUÉ ELEGÍ ESTE PEQUEÑO GRAN LIBRO DE UN HAIJIN MUY ESPECIAL:
FÉLIX (DE AHORA EN MÁS “MOMIJI”) ES MIEMBRO DEL CONSEJO DE REDACCIÓN DE HOJAS EN LA ACERA Y UNO DE LOS TRES FUNDADORES DE LA ESCUELA DE HAIKU MAKOTO. EL TRÍO DE HAIJINES DESEMBARCÓ EN NAGASAKI DONDE CONVIVIERON CON EL PROFESOR VICENTE HAYA.
EN LA CONTRATAPA HAYA NOS DICE: “EL HAIKU ES UNA RELACIÓN ENTRE COSAS, ENTRE CRIATURAS, ENTRE SUCESOS. ESTOY CONVENCIDO QUE LOS HAIKUS QUE PRESENTA MOMIJI EN ESTA OCASIÓN HAN SURGIDO DE ESE MISMO ESFUERZO POR SABER QUÉ SE RELACIONA CON QUÉ EN EL MOMENTO EN QUE SENTIMOS NUESTRO AWARE. Y DE ESA MISMA PAZ QUE ALLÍ SENTIMOS, DE ESE MISMO ESTADO DE ATENCIÓN SUPREMA A LO QUE OCURRE Y LO QUE NO OCURRE. Y LE DOY LAS GRACIAS POR TODO ELLO”.
Estas palabras del Profesor Haya encierran el corazón de este pequeño libro en cuanto a su formato (difícil de llevarlo en el bolsillo) pero su contenido parece ser interminable: una serie de haikus seguida de varios haibun despliegan una red de relaciones como una enorme telaraña que enlaza árboles, crea puentes, resiste a la lluvia y por último vuela como un pájaro hacia las nubes de un cielo transparente. Es tan extenso que decidí trazar un mapa de ruta y dejar solapas que iré compartiendo a lo largo de este corto verano y quizás me sorprenda el otoño con algún comentario trasnochado.
2. Así como Elías y Roxana me facilitaron significados de varias palabras que me ayudaron a captar la cosmovisión manchega y mexicana, Momiji iluminó con sus simpáticas aclaraciones varios lugares, me enseñó sobre pájaros, flores e insectos. Leyendas y cuanto podía aportar para facilitarme la tarea.
EFECTOS DE LECTURAS es ante todo producto de un diálogo con haijines de distintos lugares que generosamente me invitan a conocer a través de sus miradas el camino que recorren paso a paso, día a día sin pretensiones, disfrutando como los niños que todos fuimos y pocos recordamos.
Primer efecto de lectura: la sensación de libertad que me produce seguirlo por los caminos que abren haiku y haibun. Es una invitación a desacelerar, a tomar conciencia de la alternancia quietud/movimiento y de la armonía entre el ritmo y los silencios de los haikus. Dejar el ruido cotidiano y sumergirse en un charco siguiendo a una rana o parar de golpe a prestarle atención a un “sonido trino-discurso del río”.
3. Me gusta partir del índice: nos conecta con el armado del libro. Y de ese Índice rescato un tema central en el libro. Mi guía no será el autor, sino Lafcadio Hearn, un irlandés enamorado de Japón que los propios japoneses dicen que es el gaijin (extranjero) que mejor supo comprender la cultura nipona y sus secretos más profundos. Quizás porque él mismo propone que “leamos sus artículos como quien se asoma a un libro de poesía, no de ciencia”. Es la propuesta de Momiji, leer dejando la racionalidad y permanecer con los sentidos abiertos a nuevas sensaciones, nada de metáforas ni de retórica, tratar de escribir eso que nos ha conmovido con palabras simples, naturales. Estamos tan acostumbrados a explicar todo, a generar opiniones sobre todo lo que acontece en el mundo, a las respuestas ready made y a lenguaje gastado por un uso excesivo que cuando nos topamos con el silencio nos sentimos indefensos como animales acorralados por un misterio del que hay que defenderse. Entonces confundimos senryus con zapai, mezclamos tipos de poemas o hacemos tercetos muy románticos.
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Mi agradecimiento más siencero a La Isla de Siltolá y a Javier Sánchez Menéndez, su director.
Algunas cosas que se han dicho, con mucha generosidad, sobre el libro:
«¿Cuánto
tiempo se necesita para contemplar la lluvia? O para escuchar el sonido del
viento entre el bambú. ¿Cuánto tiempo aguardará la araña sobre su seda,
suspendida del cielo? ¿O cuánto tiempo necesita una gota de agua para
desprenderse de la gota que la sostiene tras la lluvia? ¿Cuánto tiempo para
contemplar la nada? ¿Cuánto tiempo para nombrarla?».
Félix Arce
Araiz (Momiji) se ha acercado al Japón de los maestros del haiku en busca de la
pureza. El resultado es este libro titulado Recogido en el agua, donde agrupa
sus hallazgos en torno a títulos como el río, la montaña o el viento. Ha
mezclado la prosa con el haiku. Pero se trata de una prosa con sabor a haiku,
como la que ensayó el maestro Bashó en Sendas de Oku. Los japoneses llaman haibun
a este género. De todos modos, a este lector le parece que, si no hay humanidad
involucrada, si no se atisba la persona que hay detrás de los ojos que
simplemente observan, lo que nos están contando carece de mordiente. Por
fortuna, Félix Arce no siempre logra ausentarse. Confiesa miedo cuando parece a
punto de diluirse: «Pienso en los chopos que agita el viento ahí fuera. Se mece
mi mente perezosa con ese pensamiento. Y dentro de mí sin embargo nada se mueve
ahora. Nada. Me asusta este silencio que no es mío. Esta quietud, la quietud
incomprensible y terrible de una golondrina muerta». Confiesa asombro: «Ante
mis ojos el mundo se muestra como una revelación, como lo que es. Porque es
así. Siempre lo veo por primera vez. Pienso, pienso y siento que ya lo estoy
perdiendo…» También a veces muestra frustración: «Un día, tras una noche de
lluvia, la araña que vivía en mi ventana desapareció. Pasé tanto tiempo
mirándola, allí, sin hacer nada, ella y yo, que creí que siempre estaría allí.
Siempre… Cómo me traiciona ese “siempre”. Qué fácilmente adjudico un “siempre”
a las cosas que mi corazón sabe que no duran». Una vez más, se acumula tanta
observación que es necesario hurgar en la hojarasca para hallar las perlas: «A
veces el mundo parece girar más deprisa y son meses los años y los recuerdos
lluvia entre la hierba».
Arturo Tendero
...................................
Acabo de leer el
libro "Recogido en el agua" de Félix Arce y no me resisto a
recomendarlo:
Dicen que cuando se
disuelve el yo no hay poesía. No habría nada que decir. Sin embargo un pájaro
canta.
Ser el canto es una
vieja aspiración de los poetas. En la poesía occidental solo eso: una vieja e
inalcanzable aspiración.
Pero llega este
librito diciendo en una primera persona que es un no-yo - frente al río/ en la mirada de mi hermano/
la de mi padre-. Sin que el poeta haya desaparecido porque está "casi
tumbado sobre la hierba escuchando los pasos silenciosos de cientos de
hormigas, el bisbiseo de hoja contra hoja, la hierba y su silencio...”, y ha
enmudecido "sin saber qué pensar
ante el abismo que nos contempla...".
Plenamente atento a
lo que acontece, sin ser más ni menos que lo que sucede -"miro ese diminuto sendero plateado de
una criatura que pasó junto a mí sin darme cuenta..., oscuro limaco como la
noche pura que no miró la luna que ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba
allí"-. O lo que deja de suceder - al cruzar la vertiente/se extingue/ el
sonido de los cencerros -.
Estando atento para
ser nada y así ser todo. El propio haijin como circunstancia.
Sintiendo la extrañeza de no saber quién eres si te
reconoces en todas las cosas.
Ser el canto es
posible sin necesidad de desaparecer si se canta desde el centro. Desde Eso.
Una maravilla.
de vuelta a casa
pisando los charcos
sin saber por qué
Fernando Mora Bongera
................................
Recogido en
el agua
Tenía que
ser el agua...Recogido en el agua es seguramente el libro más extraordinario
que he leído nunca. "Momiji" escribe desde un instante, tan presente,
que se nos muestra en toda su eternidad. Si alguna vez la palabra se trasciende
a sí misma es porque, al leerla, se convierte en luz, como ocurre en contados
poetas.
Félix Arce
nos traslada, con su prosa y su poesía hecha haiku, a través del espejo. Logra,
como muy muy pocos, escribir sobre la piel del agua. Recogido en el agua es lo
que queda de la suma de instantes destilados por el río de la vida. Sobre sus
palabras pisadas caminamos. Somos sus reflejos.
Como
siempre, lo más pequeño, sublime y hermoso pasa de puntillas, discretamente,
casi desapercibido.
"El
buda se ha ido".
Hay maestros
invisibles.
Juanjo Martínez
...........................
¡Qué
maravilla de libro! Sencillez, humildad, profundidad, verdad y dudas de una
poesía escrita al paso con los ojos bien abiertos a las manifestaciones del
mundo, especialmente a las más pequeñas y poco extraordinarias solo si no se
tiene esa mirada atenta y limpia de Felix Arce Araiz Mømiji . De esas pequeñas
cosas (pájaros, insectos, luces, piedras, vientos...) el autor llega a las
grandes sin otras mediaciones que perturben la mirada más allá de su humildad,
su compasión y su asombro casi infantil. Y esas cosas "grandes"
quedan simplemente esbozadas como sensaciones, como "no saberes" como
posibilidades de varia respuesta. La naturaleza en los ojos y las palabras de
FA son una madre envolvente que nos acoge al tiempo que nos invita a salir a
recorrer nuestros caminos. Pocos como FA han llevado a la lengua española el
sabor y el sentido profundo de los haikus y haibun japoneses. Ante esta lectura
y todo el poso que me deja solo puedo decir sencillamente "gracias".
León Molina
...........................
Conocí a
Félix Arce en un sesshin (retiro intensivo de meditación zen) hace ya unos
cuantos años. Sucedió por casualidad, en el último día, en la comida de
despedida. Durante el sesshin no se hablaba, pero en esta comida ya sí.
Estábamos sentados en una larga mesa unas 25 personas. Alguien nos relacionó a
los dos con el haiku y nos presentó. Disfrutamos entonces de una breve pero
intensa charla. Conectamos enseguida. Los dos practicábamos zen, escribíamos
haiku y nos atraía la cultura japonesa. Qué encuentro más afortunado. Desde
entonces somos amigos y, aunque vivimos en lugares distantes, seguimos en
contacto. De esta relación surgió el libro de haikus PUENTE DE PIEDRA, al
que dediqué una entrada en el blog.
Quería
recomendaros para este verano RECOGIDO EN EL AGUA, este nuevo libro de Félix
Arce de haiku y haibun. Félix tiene el don de escribir con sencillez,
sensibilidad y sinceridad de esas vivencias para las que, como él dice, “las
palabras siempre faltan o siempre sobran”. Muchas gracias, Félix, por compartir
este don.
|
Final de
la peregrinación de Kumano Kodo
|
Para quienes
practiquen meditación, encontrarán en el libro un par de preciosas crónicas en
forma de haibun de dos sesshin, uno en Brihuega (España) y otro en el templo
Kotaiji de Nagasaki (Japón).
José Luis Andrés
Cebrián
..........................
Viajes, recuerdos
que se rememoran en este momento, estancias en un monasterio japonés, la
práctica del zen, el Camino de Santiago… El autor, discípulo de Ana María, va
hilando vivencias en las que se entrelazan las cosas más concretas, plasmadas
con una viveza inusitada, con el misterio que lo envuelve todo. Nos devuelve a
un presente cambiante, lleno de vida. Sin proponérselo nos interpela a “aterrizar” en él y compartir su
asombro. De una belleza desgarradora a veces y una profundidad poco común. En
la mejor tradición del haibun japonés,
combinando prosa y haiku, Recogido en el agua
no e s un libro habitual. Es algo distinto, como distinta es la mirada de
quien escribe esas líneas. Nos desvela un brillo siempre presente, muchas veces
olvidado. La vida misma. Una maravilla que no podemos abracar…
“Junto al
río, todas las criaturas que ahora mismo no tenemos palabras sentimos sin
comprender el lento transcurrir del sol en la piel, en el cielo”.
Palabras que
evocan lo que no se puedes contar, lo que se puede registrar con palabras. Aun
así el intento mereció la pena. Nadie que penetre en este bosque de palabras
saldrá sin encontrar un tesoro.
Jesús Palomar
Revista
Pasos. Fundación Zendo Betania
....................................
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Nos
conocimos hace tiempo, hemos hablado poco en persona, pero nos une la sintonía
de esta vía del corazón.
En este
libro se recoge una buena muestra de la obra de “momiji”, mediante una serie de
haibun (prosa al estilo haiku) y una colección de haiku agrupados en varios
temas relacionados con la naturaleza, como es propio de la estrofa japonesa.
Recorre el
libro un aire de silencio, quietud, atención e inocencia que deja la mente en
calma y el corazón en pleamar.
Dejo por
aquí algunos fragmentos de los haibun:
“Mi mente
desbocada parece cabalgar en el viento de la tarde. Aquí estoy, con dos peces y
cinco panes para dar de comer a la inmensidad de mi alma. Qué fútil tarea para
mí solo.” (Susurros)
“Hay una
belleza en todas las cosas, una belleza que ni siquiera es bella. Una belleza
sin palabras, sin pensamiento, ajena a cualquier “belleza”, que lo impregna
todo y hace que las cosas sean lo que son, que yo sea lo que soy. Aquí, ahora.”
(Susurros)
“Pienso en
apuntar todo esto, en sacar fotos, ¿en atrapar? Qué podría yo atrapar, brizna
de viento, con una pobres palabras…
(Luna en la
montaña)
“Qué manera
de ser yo mismo sin mí. Sumergido en este silencio de siglos he caminado a lo
largo de mi vida una y otra vez. Y el viento, afuera, sin saber a dónde va, de
dónde viene.
…
Y cuando
todo, todo calla, oigo el sonido de mi propio corazón. Mi corazón de niño
rozando con algo… algo que no sé lo que es, que es nada, sólo brillo.
Shonen no
kokoro… corazón de niño… como a veces me llaman por aquí. Es gracioso. Basta
olvidar para encontrar. Sin nombres. Sin darme cuenta he olvidado recordar los
nombres de las cosas. Contemplar las cosas por primera vez siempre es
asombroso. Estrenar los ojos en cada mirada, renovar la piel con todo lo que
tocas. Este mundo nuevo hace nuevo mi corazón. Olvidarse, olvidarse… Soltar las
manos, sin miedo, y dejarse llevar.”
(Kofuku-ji)
Y algunos
haikus:
flores de
noviembre…
recorriendo
con los dedos
el nombre de
mi madre
en lo alto
de la duna,
sintiendo un
cuerpo
zarandeado
por el viento
sólo nieva,
contemplando
la tierra
que se hace
agua
surge en la
niebla
y en ella se
deshace,
el peregrino
Gregorio Dávila
EFECTOS DE LECTURAS por Alicia Céspedes
COMENTARIOS DEL LIBRO DE FÉLIX ARCE ARAIZ, “momiji”:
RECOGIDO EN EL AGUA. Haiku y haibun
Ediciones de LA ISLA DE SILTOLÁ
HAIKU
Sevilla (España) 2018
1. POR QUÉ ELEGÍ ESTE PEQUEÑO GRAN LIBRO DE UN HAIJIN MUY ESPECIAL:
FÉLIX (DE AHORA EN MÁS “MOMIJI”) ES MIEMBRO DEL CONSEJO DE REDACCIÓN DE HOJAS EN LA ACERA Y UNO DE LOS TRES FUNDADORES DE LA ESCUELA DE HAIKU MAKOTO. EL TRÍO DE HAIJINES DESEMBARCÓ EN NAGASAKI DONDE CONVIVIERON CON EL PROFESOR VICENTE HAYA.
EN LA CONTRATAPA HAYA NOS DICE: “EL HAIKU ES UNA RELACIÓN ENTRE COSAS, ENTRE CRIATURAS, ENTRE SUCESOS. ESTOY CONVENCIDO QUE LOS HAIKUS QUE PRESENTA MOMIJI EN ESTA OCASIÓN HAN SURGIDO DE ESE MISMO ESFUERZO POR SABER QUÉ SE RELACIONA CON QUÉ EN EL MOMENTO EN QUE SENTIMOS NUESTRO AWARE. Y DE ESA MISMA PAZ QUE ALLÍ SENTIMOS, DE ESE MISMO ESTADO DE ATENCIÓN SUPREMA A LO QUE OCURRE Y LO QUE NO OCURRE. Y LE DOY LAS GRACIAS POR TODO ELLO”.
Estas palabras del Profesor Haya encierran el corazón de este pequeño libro en cuanto a su formato (difícil de llevarlo en el bolsillo) pero su contenido parece ser interminable: una serie de haikus seguida de varios haibun despliegan una red de relaciones como una enorme telaraña que enlaza árboles, crea puentes, resiste a la lluvia y por último vuela como un pájaro hacia las nubes de un cielo transparente. Es tan extenso que decidí trazar un mapa de ruta y dejar solapas que iré compartiendo a lo largo de este corto verano y quizás me sorprenda el otoño con algún comentario trasnochado.
2. Así como Elías y Roxana me facilitaron significados de varias palabras que me ayudaron a captar la cosmovisión manchega y mexicana, Momiji iluminó con sus simpáticas aclaraciones varios lugares, me enseñó sobre pájaros, flores e insectos. Leyendas y cuanto podía aportar para facilitarme la tarea.
EFECTOS DE LECTURAS es ante todo producto de un diálogo con haijines de distintos lugares que generosamente me invitan a conocer a través de sus miradas el camino que recorren paso a paso, día a día sin pretensiones, disfrutando como los niños que todos fuimos y pocos recordamos.
Primer efecto de lectura: la sensación de libertad que me produce seguirlo por los caminos que abren haiku y haibun. Es una invitación a desacelerar, a tomar conciencia de la alternancia quietud/movimiento y de la armonía entre el ritmo y los silencios de los haikus. Dejar el ruido cotidiano y sumergirse en un charco siguiendo a una rana o parar de golpe a prestarle atención a un “sonido trino-discurso del río”.
3. Me gusta partir del índice: nos conecta con el armado del libro. Y de ese Índice rescato un tema central en el libro. Mi guía no será el autor, sino Lafcadio Hearn, un irlandés enamorado de Japón que los propios japoneses dicen que es el gaijin (extranjero) que mejor supo comprender la cultura nipona y sus secretos más profundos. Quizás porque él mismo propone que “leamos sus artículos como quien se asoma a un libro de poesía, no de ciencia”. Es la propuesta de Momiji, leer dejando la racionalidad y permanecer con los sentidos abiertos a nuevas sensaciones, nada de metáforas ni de retórica, tratar de escribir eso que nos ha conmovido con palabras simples, naturales. Estamos tan acostumbrados a explicar todo, a generar opiniones sobre todo lo que acontece en el mundo, a las respuestas ready made y a lenguaje gastado por un uso excesivo que cuando nos topamos con el silencio nos sentimos indefensos como animales acorralados por un misterio del que hay que defenderse. Entonces confundimos senryus con zapai, mezclamos tipos de poemas o hacemos tercetos muy románticos.
Cualquier poema que tenga brevedad es un haiku. ¿Cualquier poema? Ya dejamos los primeros pasos del japonismo y del exotismo, ya sabemos un poco más de este sabe amor difícil, que no se conforma con un aware que no sea auténtico y que no le gustan las rimas ni las palabras rebuscadas. Un amor que nos obliga a dejar nuestro ego lo más delgado posible y conectarnos con las señales que la Naturaleza nos manda para comprometernos a escribir para las generaciones que nos seguirán. Por algo dicen que el haiku es un poema muy fácil de escribir pero tan difícil de escribir bien. Nadie es dueño de nada, nadie es mejor ni peor que todos los seres: las piedras, los vientos, los ríos y los océanos de la tierra. Efímeros como flores y gotas de rocío, no más que una lombriz que zigzaguea en el fondo de un charco ni menos que el cóndor que se pierde en las montañas.
4. EL ÍNDICE NOS DA UNA PISTA FUNDAMENTAL: MOMIJI NOS VA A MOSTRAR UNA PARTE DE LOS ASOMBROS DE VARIOS VIAJES EN DIFERENTES ÉPOCAS DE SU VIDA. FÉLIX ARCE ARAIZ, HAIJIN, SIGUE CAMINANDO Y LO SEGUIRÁ HACIENDO IMPULSADO POR EL MOTOR DE UN CORAZÓN ENAMORADO DEL HAIKU.
Hearn nos dice: “Solo el viajero sabe cómo las voces de la naturaleza- las voces del bosque, del río, de la llanura- varían según la zona”. Como los libros de Lafcadio, Recogido en el agua está “lleno de voces, este libro propone un viaje”.
RECORRIDO A PARTIR DEL ÍNDICE:
· EL RÍO
· EL VIENTO
· EL MAR
· LA MONTAÑA
· EL BOSQUE
· LA NIEVE
· JAPÓN
· LA LLUVIA
· EL ZENDO
· EL CAMINO
Confieso que ha sido un desafío comentar y engarzar esas perlas que se despliegan en diferentes espacios y tiempos y me vi obligada a elegir solo algunas para dejar al lector el placer de bucear en el misterio que apenas vislumbramos en un juego de luces y de sombras. Momiji es un experto buceador y nos las trae a la superficie de un mar, una montaña, un río, todos resumidos en la palabra “camino”.
Para tener una idea aproximada de lugares que desconozco me convertí en “una mosca zumbona” que durante semanas revoloteó buscando las respuestas que Momiji contestaba con alegría y dándome ánimos para seguir zumbando mientras él sigue caminando, ahora por San Francisco, descubriendo su magia.
5. EL RÍO
“El río” son varios ríos, me cuenta Momiji con palabras sencillas para que pueda imaginar lugares cargados de historias, pero sin duda el principal, al que íbamos a pescar a menudo, es el Duero, uno de los ríos principales de España, nace en las montañas de Soria, donde son casi todos los haikus de pesca, y desemboca en el Atlántico. Otro río que aparece es el Tera, un afluente del Duero, también en Soria.
Estas referencias fueron importantes a la hora de leer cada capítulo. Espero que los ayuden a ustedes también.
HAIKU
junto a la corriente…
anudando el sedal
como hacía mi padre
Cada vez que leo este haiku me invade una nostalgia serena, es un homenaje cargado de admiración y respeto. El armado de los tres versos es un collar de tiempos diferentes que se actualizan en el momento en que el haijin se dispone a pescar. Los puntos suspensivos del primer verso conjugan el rumor del río en movimiento con el silencio que abre las puertas al misterio. Imagino las manos seguras del padre enseñándole a anudar el sedal a su pequeño hijo y las manos temblorosas del hijo adulto que lo recuerda en un silencio que late en el río de su corazón.
HAIBUN
CHOTACABRAS
“como aquella sombra casi transparente que vino y se fue en apenas nada”
El chotacabras es una especie migrante, estival en España. Solo se le ve en verano y luego vuelve al África tropical. Es un ave nocturna que come insectos, parecido al halcón. Vuela muy rápido y es muy difícil de ver, muchas leyendas nos hablan de esta sombra que pasa y se va tan rápido que solo queda imaginar el motivo de su vuelo.
El tema de la sombra me emocionó porque el haijin la ve al atardecer “el tiempo de los recuerdos” que desaparecen en el silencio.
6. EL VIENTO
HAIKU
acampados junto al lago,
“aquella debe ser
la Cruz del Sur…”
Imposible no emocionarme con una escena vivida tantas veces en mi juventud recorriendo los lagos patagónicos: después de horas de caminar en silencio contemplando la inmensidad de un paisaje siempre distinto pero siempre tan bello que lo deja a uno sin palabras. El ritual de armar las carpas, uno designado por noche para el fogón infaltable, otra prepara la sopa con latas repartidas en las mochilas para no sobrecargar las espaldas, el que va a buscar agua al lago y el pícaro que saca un vino escondido en su campera, la cena en silencio y de pronto con el último sorbo de un vino delicioso ponernos a mirar las estrellas década noche, porque mañana viajando más hacia el Sur aparecerán otras… Un haiku que nada dice de estas relaciones que lo componen, que nada explica ni describe y que deja al lector en libertad de sentir según su sensibilidad.
La otra característica que quisiera remarcar es la habilidad del haijin para incluir voces de un diálogo en el que importa lo que se dice y no quién lo dice. El yo del haijin y de los protagonistas permanecen en el anonimato.
HAIBUN
SUSURROS
“Tantos días llevo aquí, con sus noches, esperando el susurro en la brisa, tu llamada…”
La lectura de este haibun es compleja para el que no está habituado a leer muchos términos japoneses usados en la práctica de meditación llamada zazen. Sin embargo provoca resonancias espirituales que cada uno podrá reconocer en otras prácticas religiosas. De este tema no me ocuparé hoy.
La lectura de Susurros me detuvo cada vez que una imagen me arrojaba al espacio imaginario donde el tiempo es una telaraña que se teje sola y con recuerdos. Todo el haibun es un elogio de la lentitud.
Susurros es algo inentendible para la razón que busca causas y efectos medibles y contrastables. Eso lo hace tan inquietante para el que busca respuestas que lo saquen del misterio y de la impermanencia de todos los seres que habitamos el mundo. No somos más que una piedra, una flor o un insecto y eso es un duro golpe narcisista. Quizás por esto, quizás por otros motivos, pero lo relacioné con la cantidad de insectos que deambulan por el haibun: hormigas, escarabajo, libélula, gansos, mariposas y hasta una lagartija muerta que emociona frente a la duda: ¿estará muerta o lo parece? Y una pena inmensa me invade como la que siente el haijin llevando el pequeño cuerpo en la mano para depositarlo en su última morada. La vida y la muerte: nacimiento y muerte. Una pena que se diluye como agua en cada rincón del cuerpo. “Algo viene a mí. Algo difuso y agridulce como una melancolía antigua”.
Como verán es un viaje muy largo para resumir en cuatro o cinco comentarios. Prefiero que este Efectos de lecturas sea un primer tiempo de viaje y seguir comentando después de un tiempo necesario de lecturas personales que seguro los enriquecerá como a mí.
Me resulta increíble cómo la lectura de todos los haibun se detiene sola en cada imagen. En cada frase algunas de las evocaciones y sensaciones son conocidas, la mayoría desconocidas para los que recién se inician y para los que ya llevan tiempo recorriendo el camino del haiku
Por momentos un nudo en el estómago, en las tripas, en el haragei dirían los japoneses, me anticipa la angustia de no saber quién soy. ¿La que lee la experiencia de Momiji? ¿O la que es leída por él? Angustia que se calma buscando refugio en cosas chiquitas y bellas como insectos y pájaros y flores y sombras…
A veces para salir de ese no saber que me interpelaba, decidía ir más ligero y sobrevolar la magia de los insectos cantores y sus leyendas que tan bien conocen los niños antes de olvidarlas al entrar al colegio.
Estreno con el comentario de Recogido en el agua una lectura sutil y delicada como las flores que miramos sin ver. ¡Cuántas veces he andado por caminos a ciegas, perdida en mis pensamientos hasta que un haiku me golpeó el hombro y me susurró algo que me despertó!
A medida que avanzaba en la lectura de cada capítulo-viaje-camino me daba cuenta de que el tema no es saber qué dicen los haikus sino darme cuenta de por dónde ando… Cada uno debe descubrirlo, no hay recetas ni programas de autoayuda.
En un momento de vacilación me animé a mostrarle a Momiji mis miserias y él me dijo algo que quiero compartir con ustedes: “Creo que precisamente el tema es dejarse llevar, dejarse arrastrar por esa corriente, ser poseído de alguna manera por ese camino“. Y yo me pregunté si habría otra forma de autenticidad.
7. LA MONTAÑA
Aquí termina nuestro corto viaje y sin embargo tan intenso que volvemos a casa transformados como si hubiéramos recorrido un mundo hecho con el material de los sueños como cuenta Lafcadio Hearn en su libro Sombras. Creo no equivocarme si digo que Momiji está bebiendo de las aguas del profundo manantial que nutren los asombros que regala la naturaleza a los que se detienen a contemplarlos.
HAIKU
de nuevo el sirimiri,
una niña baila
al paso de las tudancas
Tudancas, vacas autóctonas de la zona occidental de Cantabria y que actualmente se extiende por todo el territorio de esta Comunidad, especialmente en zonas de montaña del interior. (Aclaración debajo del haiku)
¿Qué es el sirimiri, Momiji? Una palabra muy usada en el Norte, es una lluvia continua de gotas muy pequeñas. Ah, nosotros la llamamos llovizna. Me gusta el sonido que repica como gotitas tan alegres como la niña que baila mientras pasan las vacas. Me produjo alegría y al volver a leerlo la imagen de unas gotas de llovizna tan danzarinas como la niña, el ritmo y la armonía, me evocaron el mundo tal como lo veíamos en la infancia: la vida no estaba separada en categorías, los niños no saben de animales salvajes y de sirimiris que mojan suavemente. No sienten el temor inducido por los adultos hacia los seres que juegan y danzan juntos.
HAIBUN
LUNA EN LA MONTAÑA
“Sobre una piedra brilla a la luz de la luna el rastro de un limaco. (…) Un oscuro limaco como la noche pura que no miró la luna, que ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba allí”.
Nunca he visto un limaco pero lo imagino como un caracol que no tiene casa propia pero sí tiene dos antenas para orientarse en los caminos. Momiji sonríe al contarle que me enamoré del sirimiri y de los limacos. Me cuenta que son palabras muy comunes en el habla cotidiana del Norte montañoso.
Luna en la montaña es un coro de insectos cantores, como los llama Hearn, aparecen y desaparecen entre luces y sombras de un día tras día de la vida en el campo.
Un detalle sutil me emocionó hasta las lágrimas silenciosas que derramo cuando algo me toca muy profundo y ese pequeño gran detalle es la importancia omnipresente en todo el libro de las aves y el volar…
Nada más para agregar salvo que espero que disfruten de la lectura de un libro que recoge pequeños tesoros en el agua que fluye y jamás se detiene.
¡GRACIAS MOMIJI!
Alicia Céspedes
4. EL ÍNDICE NOS DA UNA PISTA FUNDAMENTAL: MOMIJI NOS VA A MOSTRAR UNA PARTE DE LOS ASOMBROS DE VARIOS VIAJES EN DIFERENTES ÉPOCAS DE SU VIDA. FÉLIX ARCE ARAIZ, HAIJIN, SIGUE CAMINANDO Y LO SEGUIRÁ HACIENDO IMPULSADO POR EL MOTOR DE UN CORAZÓN ENAMORADO DEL HAIKU.
Hearn nos dice: “Solo el viajero sabe cómo las voces de la naturaleza- las voces del bosque, del río, de la llanura- varían según la zona”. Como los libros de Lafcadio, Recogido en el agua está “lleno de voces, este libro propone un viaje”.
RECORRIDO A PARTIR DEL ÍNDICE:
· EL RÍO
· EL VIENTO
· EL MAR
· LA MONTAÑA
· EL BOSQUE
· LA NIEVE
· JAPÓN
· LA LLUVIA
· EL ZENDO
· EL CAMINO
Confieso que ha sido un desafío comentar y engarzar esas perlas que se despliegan en diferentes espacios y tiempos y me vi obligada a elegir solo algunas para dejar al lector el placer de bucear en el misterio que apenas vislumbramos en un juego de luces y de sombras. Momiji es un experto buceador y nos las trae a la superficie de un mar, una montaña, un río, todos resumidos en la palabra “camino”.
Para tener una idea aproximada de lugares que desconozco me convertí en “una mosca zumbona” que durante semanas revoloteó buscando las respuestas que Momiji contestaba con alegría y dándome ánimos para seguir zumbando mientras él sigue caminando, ahora por San Francisco, descubriendo su magia.
5. EL RÍO
“El río” son varios ríos, me cuenta Momiji con palabras sencillas para que pueda imaginar lugares cargados de historias, pero sin duda el principal, al que íbamos a pescar a menudo, es el Duero, uno de los ríos principales de España, nace en las montañas de Soria, donde son casi todos los haikus de pesca, y desemboca en el Atlántico. Otro río que aparece es el Tera, un afluente del Duero, también en Soria.
Estas referencias fueron importantes a la hora de leer cada capítulo. Espero que los ayuden a ustedes también.
HAIKU
junto a la corriente…
anudando el sedal
como hacía mi padre
Cada vez que leo este haiku me invade una nostalgia serena, es un homenaje cargado de admiración y respeto. El armado de los tres versos es un collar de tiempos diferentes que se actualizan en el momento en que el haijin se dispone a pescar. Los puntos suspensivos del primer verso conjugan el rumor del río en movimiento con el silencio que abre las puertas al misterio. Imagino las manos seguras del padre enseñándole a anudar el sedal a su pequeño hijo y las manos temblorosas del hijo adulto que lo recuerda en un silencio que late en el río de su corazón.
HAIBUN
CHOTACABRAS
“como aquella sombra casi transparente que vino y se fue en apenas nada”
El chotacabras es una especie migrante, estival en España. Solo se le ve en verano y luego vuelve al África tropical. Es un ave nocturna que come insectos, parecido al halcón. Vuela muy rápido y es muy difícil de ver, muchas leyendas nos hablan de esta sombra que pasa y se va tan rápido que solo queda imaginar el motivo de su vuelo.
El tema de la sombra me emocionó porque el haijin la ve al atardecer “el tiempo de los recuerdos” que desaparecen en el silencio.
6. EL VIENTO
HAIKU
acampados junto al lago,
“aquella debe ser
la Cruz del Sur…”
Imposible no emocionarme con una escena vivida tantas veces en mi juventud recorriendo los lagos patagónicos: después de horas de caminar en silencio contemplando la inmensidad de un paisaje siempre distinto pero siempre tan bello que lo deja a uno sin palabras. El ritual de armar las carpas, uno designado por noche para el fogón infaltable, otra prepara la sopa con latas repartidas en las mochilas para no sobrecargar las espaldas, el que va a buscar agua al lago y el pícaro que saca un vino escondido en su campera, la cena en silencio y de pronto con el último sorbo de un vino delicioso ponernos a mirar las estrellas década noche, porque mañana viajando más hacia el Sur aparecerán otras… Un haiku que nada dice de estas relaciones que lo componen, que nada explica ni describe y que deja al lector en libertad de sentir según su sensibilidad.
La otra característica que quisiera remarcar es la habilidad del haijin para incluir voces de un diálogo en el que importa lo que se dice y no quién lo dice. El yo del haijin y de los protagonistas permanecen en el anonimato.
HAIBUN
SUSURROS
“Tantos días llevo aquí, con sus noches, esperando el susurro en la brisa, tu llamada…”
La lectura de este haibun es compleja para el que no está habituado a leer muchos términos japoneses usados en la práctica de meditación llamada zazen. Sin embargo provoca resonancias espirituales que cada uno podrá reconocer en otras prácticas religiosas. De este tema no me ocuparé hoy.
La lectura de Susurros me detuvo cada vez que una imagen me arrojaba al espacio imaginario donde el tiempo es una telaraña que se teje sola y con recuerdos. Todo el haibun es un elogio de la lentitud.
Susurros es algo inentendible para la razón que busca causas y efectos medibles y contrastables. Eso lo hace tan inquietante para el que busca respuestas que lo saquen del misterio y de la impermanencia de todos los seres que habitamos el mundo. No somos más que una piedra, una flor o un insecto y eso es un duro golpe narcisista. Quizás por esto, quizás por otros motivos, pero lo relacioné con la cantidad de insectos que deambulan por el haibun: hormigas, escarabajo, libélula, gansos, mariposas y hasta una lagartija muerta que emociona frente a la duda: ¿estará muerta o lo parece? Y una pena inmensa me invade como la que siente el haijin llevando el pequeño cuerpo en la mano para depositarlo en su última morada. La vida y la muerte: nacimiento y muerte. Una pena que se diluye como agua en cada rincón del cuerpo. “Algo viene a mí. Algo difuso y agridulce como una melancolía antigua”.
Como verán es un viaje muy largo para resumir en cuatro o cinco comentarios. Prefiero que este Efectos de lecturas sea un primer tiempo de viaje y seguir comentando después de un tiempo necesario de lecturas personales que seguro los enriquecerá como a mí.
Me resulta increíble cómo la lectura de todos los haibun se detiene sola en cada imagen. En cada frase algunas de las evocaciones y sensaciones son conocidas, la mayoría desconocidas para los que recién se inician y para los que ya llevan tiempo recorriendo el camino del haiku
Por momentos un nudo en el estómago, en las tripas, en el haragei dirían los japoneses, me anticipa la angustia de no saber quién soy. ¿La que lee la experiencia de Momiji? ¿O la que es leída por él? Angustia que se calma buscando refugio en cosas chiquitas y bellas como insectos y pájaros y flores y sombras…
A veces para salir de ese no saber que me interpelaba, decidía ir más ligero y sobrevolar la magia de los insectos cantores y sus leyendas que tan bien conocen los niños antes de olvidarlas al entrar al colegio.
Estreno con el comentario de Recogido en el agua una lectura sutil y delicada como las flores que miramos sin ver. ¡Cuántas veces he andado por caminos a ciegas, perdida en mis pensamientos hasta que un haiku me golpeó el hombro y me susurró algo que me despertó!
A medida que avanzaba en la lectura de cada capítulo-viaje-camino me daba cuenta de que el tema no es saber qué dicen los haikus sino darme cuenta de por dónde ando… Cada uno debe descubrirlo, no hay recetas ni programas de autoayuda.
En un momento de vacilación me animé a mostrarle a Momiji mis miserias y él me dijo algo que quiero compartir con ustedes: “Creo que precisamente el tema es dejarse llevar, dejarse arrastrar por esa corriente, ser poseído de alguna manera por ese camino“. Y yo me pregunté si habría otra forma de autenticidad.
7. LA MONTAÑA
Aquí termina nuestro corto viaje y sin embargo tan intenso que volvemos a casa transformados como si hubiéramos recorrido un mundo hecho con el material de los sueños como cuenta Lafcadio Hearn en su libro Sombras. Creo no equivocarme si digo que Momiji está bebiendo de las aguas del profundo manantial que nutren los asombros que regala la naturaleza a los que se detienen a contemplarlos.
HAIKU
de nuevo el sirimiri,
una niña baila
al paso de las tudancas
Tudancas, vacas autóctonas de la zona occidental de Cantabria y que actualmente se extiende por todo el territorio de esta Comunidad, especialmente en zonas de montaña del interior. (Aclaración debajo del haiku)
¿Qué es el sirimiri, Momiji? Una palabra muy usada en el Norte, es una lluvia continua de gotas muy pequeñas. Ah, nosotros la llamamos llovizna. Me gusta el sonido que repica como gotitas tan alegres como la niña que baila mientras pasan las vacas. Me produjo alegría y al volver a leerlo la imagen de unas gotas de llovizna tan danzarinas como la niña, el ritmo y la armonía, me evocaron el mundo tal como lo veíamos en la infancia: la vida no estaba separada en categorías, los niños no saben de animales salvajes y de sirimiris que mojan suavemente. No sienten el temor inducido por los adultos hacia los seres que juegan y danzan juntos.
HAIBUN
LUNA EN LA MONTAÑA
“Sobre una piedra brilla a la luz de la luna el rastro de un limaco. (…) Un oscuro limaco como la noche pura que no miró la luna, que ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba allí”.
Nunca he visto un limaco pero lo imagino como un caracol que no tiene casa propia pero sí tiene dos antenas para orientarse en los caminos. Momiji sonríe al contarle que me enamoré del sirimiri y de los limacos. Me cuenta que son palabras muy comunes en el habla cotidiana del Norte montañoso.
Luna en la montaña es un coro de insectos cantores, como los llama Hearn, aparecen y desaparecen entre luces y sombras de un día tras día de la vida en el campo.
Un detalle sutil me emocionó hasta las lágrimas silenciosas que derramo cuando algo me toca muy profundo y ese pequeño gran detalle es la importancia omnipresente en todo el libro de las aves y el volar…
Nada más para agregar salvo que espero que disfruten de la lectura de un libro que recoge pequeños tesoros en el agua que fluye y jamás se detiene.
¡GRACIAS MOMIJI!
Alicia Céspedes
¡Mis más sinceras felicitaciones, querido amigo!
ResponderEliminarTu palabra, tu poesía, tu sentimiento y tu mirada son siempre un aporte importante a este camino del haiku.
Te deseo lo mejor con este nuevo libro.
Un gran abrazo.
¡¡Enhorabuena compañero!! Será un auténtico honor disfrtutar de tus letras. Espero que te reporte muchas alegrías.
ResponderEliminarBesos.
Gracias compañeros. Sois muy amables. Espero que las alegrías sean compartidas con vosotros. A ver si os gusta :)
ResponderEliminarUn abrazo grande
El secreto mejor guardado!!!. Ganas enormes de leerlo. 🤗🙏💜
ResponderEliminarLos dioses (y los editores) favorecen a los discretos :D
ResponderEliminarGracias. Y ganas de que lo leas. Besines
Cada vez más japonés 🙏🤪💜
ResponderEliminarMuchos éxitos!quiero leerte.
ResponderEliminarQue tengas muchas alegrías con esta publicación.
😳